VERÓNICA. Manuel Jesús El Cid volvió a ofrecer lo mejor de la tarde en sus dos toros. / LA VOZ
Sociedad

El Cid cuaja dos faenas y sale por la puerta grande de la Plaza de Toros de Algeciras

Ponce perdió las dos orejas por matar mal a su segundo toro y Morante no tuvo suerte con el lote que le tocó

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La Feria Taurina de Algeciras tuvo en la tarde de ayer su segunda entrega con la corrida en la que aparecieron las máximas figuras del toreo, Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Manuel Jesús El Cid, y que acabó con distinta suerte para los tres. Los aficionados respondieron de una forma importante y hubo una muy buena entrada en los tendidos, prácticamente lleno en los de sombra y media entrada en los tendidos de sol. Puede ser una de las mejores entradas de toda la feria teniendo en cuenta que José Tomás se ha caído del cartel del sábado por la cogida cuando estaba prácticamente todo el papel vendido. Ponce perdió dos orejas en su segundo toro matando mal, y se fue de vacío. Morante no tuvo suerte con el lote y no tuvo toro y lo mejor, una vez más, llegó de la mano de El Cid.

Abrió plaza el torero Valenciano. En el primero de la tarde llegó Enrique Ponce. Estuvo muy bien con el capote con el que tuvo hasta tres lances muy buenos.

Ya con la muleta estuvo más que correcto y tuvo varios naturales hondos que remató más tarde con la mano izquierda. Mató de una certera estocada, y cuando parecía que podría caer la primera oreja de la tarde en el primer toro, la petición no fue excesiva y Ponce se quedó en blanco en su primer toro de la tarde.

En el primero de los toros de la tarde cabe destacar el susto que se llevó uno de los subalternos de la cuadrilla de Enrique Ponce, que de nuevo contó con un susto al caerse literalmente uno de los burladeros ante la embestida del toro. Le dio un puntazo que le obligó a acudir a la enfermería, aunque pudo continuar la lídea. Ya antes hubo algunos problemas con las tablas.

En el segundo de Ponce apareció la mejor versión del valenciano en una faena profunda, larga y con mucha calidad que llegó desde la templanza a los tendidos.

Estuvo muy bien e hizo que el toros se tragara hasta seis tandas con la derecha, mientras que los muletazos con la mano izquierda llegaban de uno en uno en un pitón menos potable.

Su torero de clase llegó a los tendidos y la expectación era máxima cuando tomó los aceros. Pinchó en todo lo alto, y dejó una sensación de que era faena de dos orejas si llega a matar a la primera. Le pegó una segunda estocada en un buen sitio pero un poco tendida que coincidió con el segundo de los avisos al haber hecho una faena muy larga que el público sí agradeció. Mató echando mano del descabello.

Morante de La Puebla ya pudo atraer la atención de la plaza en el primer contacto con el toro en el tendido del 9 ante un toro que salió suelto y manseando. Bonita echura y lámina pero que se quedó sólo en estampa antes del caballo.

Costó que encontrara la vara y prácticamente lo tuvieron que meter debajo del peto para que embistiera el de Alcurrucén. Pero cuando se encontró la muleta de Morante todo pareció mejorar. Pidió tranquilidad desde el callejón y tiró de tacto, cadencia y temple para arrancar los olé y los aplausos de los tendidos ante un toro que apenas unos instantes antes se pedía que se devolviese a los corrales.

Fue una faena en la que se encontró un toro con muy poca fuerza y al que se sacó todo lo que tenía dentro de un compendio de detalles de toreo antiguo muestra de un toreo barroco de donde bebe el torero de La Puebla.

Ya con el pitón izquierdo, entre las dos rayas de picadores en el tendido 7, cerca de la puerta de arrastre, fue cuando el toro se apagó por completo. Fue un toro noble pero falto de fuerza y de transmisión. Por contra sí tuvo mucha fijeza.

Mató dejando media estocada bien puesta que no parecía tener tanta efectividad en un principio. El público A la faena le faltó algo de ligazón y quizás sobró el segundo puyazo que recibió el toro que le hizo llegar corto de fuerzas al final. Sonó un aviso.

En el segundo se encontró un rival que no fue fácil y que tuvo muchas incomodidades. Morante lo intentó de todas las maneras, pero no hubo manera. Morante hizo un importante esfuerzo que no tuvo ningún tipo de recompensa. Incluso en uno de los momentos hizo para la música.

En tercer lugar apareció Manuel Jesús El Cid. El día antes no pudo hacer nada ante el encierro de Victorino, en el que cortó una oreja pero no pudo desplegar su toreo, y ante los de Alcurrucén lo quiso sacar todo para demostrar el porqué de su trayectoria y sus dos tardes en la Feria de Algeciras. Se encontró un toro que hizo cosas de manso declarado desde sus primeros trotes en el albero.

Fue en la faena de muleta cuando todo cambió. El Cid aprovechó todo lo que dio de si la bondad del toro, que tuvo principal virtud la prontedad en la embestida y repetir con cierta clase, y en su debe la poca fuerza y la poca transmisión. Mucho lo tuvo que hacer el torero. Mató bien en todo lo alto y se llevó una merecida oreja acompañada de la fuerte petición de la segunda que no cayó a juicio de la presidencia de Andrés Cerrillo.

En el segundo se encontró muy cómodo con el pitón del derecho y sacó unos lances profundos. Se enfrió la faena por el pitón izquierdo y tuvo que aliviar. Mató de una estocada, se le pidió con fuerza una oreja.