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Noche de fútbol en el 'Mina Five'

L as noches de partido, el 'Mina Five' saca el televisor a la calle, y varios cientos de gaditanos toman posiciones en las sillas de mimbre, los bancos de piedra y el santo suelo de la ciudad más antigua de Occidente. La plaza de Mina está dedicada al famoso guerrillero que se volvió liberal. El 'Mina Five' está entre el numero tres, donde nació Falla, y el siete, que es el museo antropológico. En la plaza hay yucas, jacarandas, ficus Hay ficus gigantes en toda la ciudad, lo que contribuye a darle ese aire hispanoamericano. Cádiz es uno de los mejores lugares donde perderse en los largos días primeros del verano, y la plaza de Mina su epicentro en las noches de partido.

MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN
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Los gaditanos cantan que van al fútbol a divertirse y el resultado les da igual. No es cierto, naturalmente, pero si pierden lo hacen con guasa, una manera inteligente de tomarse la vida. Veinte o treinta italianos, chicos y chicas, ocupaban el pasado domingo las posiciones delanteras, vestidos con camisetas azzurras. En las pocas ocasiones en las que Italia creó algún peligro, animaban con el entusiasmo que añade la añoranza. Entonces los gaditanos les decían, como se dice en los recitales flamencos cuando hay murmullos o a alguien le da por toser: «Vamos a escuchar el fútbol, Gattusso» (naturalmente, el televisor no tiene voz, es cine mudo, por los vecinos, las ordenanzas y porque son más agudos los comentaristas de la plaza).

España tuvo el balón pero careció de profundidad, como si no se atreviera a ganar por miedo a perder. Italia hizo lo que sabe, la acorazada tortuga de las legiones romanas, un parapeto de escudos a la espera de un error del rival o un golpe de suerte. El momento más delicado del partido fue la conversación entre Buffon y Casillas anterior a los penaltis. El italiano, que puede ser un pirata, adoptó un engañoso aire educado y deportivo, en realidad paternal y condescendiente. Fue un modo sutil, maquiavélico, de intimidación, de marcarle al chico joven su pretendido territorio de mejor portero del mundo. Lo perdió. Dice Segurola que Italia siempre ha practicado el neorrealismo y España persigue un estilo más poético. No estoy de acuerdo. El neorrealismo sí que es poesía de la buena. Nada tan neorrealista como Casillas, al final del partido, saludando a la afición en camiseta de tirantes. Italia ha practicado alguna vez el neorrealismo, pero, en la mayor parte de las ocasiones, un estilo emparentado con algunas de sus vulgares películas costumbristas y picarescas, nada que ver con La estrada o el Ladrón de bicicletas.

Esta tarde vuelve Rusia, que ya no parece la misma. Una nueva anomalía del sistema permite que se crucen dos veces los mismos contendientes. Sería un error confiarse por el resultado anterior. Los rusos han crecido mucho, y los españoles vamos a decir que se han mantenido. Sin embargo, sería un error más grave dejarse impresionar por la nueva condición de favoritos, pasar del miedo a perder al miedo a ganar. Los que parecían más brillantes, como Holanda y Portugal, han caído, como lo han hecho los más prácticos, como Italia. Pocas veces, salvo que se haya invertido definitivamente la tendencia, España va a tener tantas posibilidades. Seguramente es ahora mismo la selección más brillante, sin dejar por ello de ser práctica.

Dice Kasparov que en Moscú sigue mandando Putin, quien aspira a tener el poder de Stalin y a darse la vida de Abramovich. Los futbolistas rusos, como su sociedad, ya no juegan de aquella manera ruda, mecánica y burocrática, pero no se aprende en cuatro días a ser liberal. Para liberal, Cádiz. Nos vemos esta noche en el 'Mina five'.