Mugabe, contra las cuerdas
La comunidad internacional se las ingenió para hacer saber sin excepciones al régimen de Zimbabue que en las presentes circunstancias la elección del viernes «no será libre ni justa» ( ) y que la oposición «no ha podido hacer campaña libremente». En efecto, la tantas veces celebrada comunidad internacional, la que implica a todos los países a través del Consejo de Seguridad si lo acordado puede contar con la aprobación de Rusia y China, consiguió un texto muy contundente de explícita denuncia de lo que está sucediendo en Zimbabue, donde el presidente-dictador, Robert Mugabe, se niega a aceptar la posibilidad de una derrota.
Actualizado:Ya sufrió una el 29 de marzo en la primera vuelta, reconocida después de vacilaciones indecentes con la seguridad de que todo se arreglaría en la segunda ronda, finalmente prevista para pasado mañana. Entre tanto la intimidación y la violencia, ahora denunciadas por la ONU, hicieron tan bien su trabajo que el líder opositor, Morgan Tsvangirai, debió refugiarse el domingo en la embajada de Holanda. El presidente del Senegal dio ayer detalles de por qué Tsvangirai, jefe del Movimiento por Cambio Democrático procedió así: estaba huyendo literalmente de soldados y policías del gobierno cuyas intenciones no estaban muy claras. El Ejecutivo holandés hizo saber ayer que había recibido seguridades de que Tsavangirai no sería molestado y él sopesaba abandonar la embajada.
Lo notable de la declaración del Consejo de Seguridad es que dos países hostiles tradicionalmente a la injerencia en los asuntos internos de los Estados, Rusia y China, aceptaron el texto acordado tras negociarlo y retocarlo a la baja. El primer borrador pretendía que, en las presentes circunstancias, se diera por ilegal e inválida la elección del viernes y fuera tenido por presidente legal (y moral, se diría) el ganador de la primera vuelta, Tsvangirai. Sudáfrica, cuya voz en todo esto pesa mucho, también se opuso, pero no a la descalificación política del proceso en curso y al fuerte reproche moral. Instituciones africanas, como la UA o el Parlamento pan-africano habían hecho lo mismo y también, lo que es muy relevante, el partido en el poder en Pretoria, ANC.