Donadoni, seleccionador de Italia, pasa por delante de un mural con una imagen del triunfo en el Mundial de Alemania. / AP
La Federación italiana apalabra el regreso al banquillo de la selección de Marcelo Lippi, campeón del mundo de los penaltis

Dejar pasar unos días Donadoni finito

'Tutto finito'. Se acabó. El titular a toda plana de 'La Gazetta dello Sport' consagra el final de un ciclo. Sólo el papel es color rosa en la necrológica a Roberto Donadoni. «Ha sido hijo de una emergencia y ha pagado la poca experiencia. Su selección no ha tenido nunca héroes y no ha sido nunca brillante», escribe el diario de Milán. «Vuelve Lippi» pregona desde su portada el 'Corriere dello Sport', por si quedara alguna duda. El contrato que une al todavía técnico con la Federación se va a liquidar por 600.000 euros. La suerte está echada.

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Donadoni comparece con el billete de avión en el bolsillo ante los periodistas que le han crucificado en el desyuno del día después. En 'Casa Azzurri', la embajada futbolística de Italia en la Eurocopa, ya se empiezan a hacer las cajas de la mudanza. Mortificación suprema, penitencia masoquista, en la pantalla gigante desfilan las imágenes en diferido de la derrota de la víspera ante España en cuartos de final. Un portavoz federativo anuncia el despegue por la tarde de un vuelo chárter rumbo a Roma con escala en Milán. Hace bochorno a las puertas de Viena. La mañana está tormentosa.

«Nunca he pensado en dimitir, es una idea que no se me ha pasado por el cerebro», proclama el nuevo mártir del resultadismo, víctima culpable de haber caído en su propia trampa. «No tengo ninguna razón para dimitir. Sólo hemos perdido un partido en los penaltis. No se puede decir que las cosas funcionan cuando se gana y que no funcionan cuando se pierde en los penaltis. Sería estúpido reducir una Eurocopa a un penalti fallado, como sería estúpido evaluarla por un penalti acertado», predica en el desierto de un auditorio sabedor de que ese discurso no tiene nada que ver con el fútbol.

El falso ingenuo Donadoni, de 44 años, fue nombrado seleccionador en julio de 2006, justo después de que Marcello Lippi, de 60, se proclamara campeón del mundo en una tanda de penaltis contra Francia. Para suceder al técnico eliminado del europeo por los lanzamientos desde los nueve metros ya está todo atado con... Lippi, por pura lógica futbolística, valga el oxímoron. «Hemos caído en una eliminatoria de cuartos en los penaltis, que son una lotería. Si hubiéramos pasado, la gente hablaría de algo fortísimo y bravísimo», les recordó a sus censores.

Una cláusula en el contrato, introducida al renovarlo hasta 2010 antes de la Eurocopa, faculta a ambas partes a denunciarlo en el plazo de diez días a partir del último partido de Italia en el torneo. «No puedo decir hoy si sería justo o injusto que la Federación rescindiera la relación», comentó. «Quedan días y está claro que nos sentaremos a hablar de forma tranquila y relajada», dijo.

El presidente de la Federación, Giancarlo Abete, ya ha anunciado que va a mantener conversaciones con Donadoni para evaluar «si es el hombre para un nuevo ciclo». «No puedo tomar decisiones en caliente, en la tristeza de la eliminación. Debemos dejar pasar unos días», declaró minutos después de que Casillas acabara de dos guantazos con la efímera 'era Donadoni'.

«Estoy dispuesto a continuar. He vivido dos años maravillosos con este grupo. Estoy dispuesto a seguir adelante, pero no depende de mí», expone la única persona en la sala en creer que su futuro inmediato se sitúa al frente de la 'nazionale'. Tal vez porque es consciente de que pronto tendrá que buscar trabajo, soporta con paciencia franciscana las requisitorias, más que preguntas, que le lanzan los periodistas en un acto transformado en conferencias de prensa.

Más que justificarse, Donadoni prefiere exculpar a sus jugadores. «Han dado todo. Estoy orgulloso de ellos, del fútbol practicado. Después de una temporada tan cargada como la nuestra, es difícil verles jugar de manera brillante y con chispa», observa, antes de concluir con un reconocimiento hacia el verdugo: «Esta España era un adversario muy fuerte. Tiene las cualidades para ir hasta el final».