ESCUDO. Dos turistas señalan una inscripción en el Palacio de Comares de la Alhambra.
Sociedad

La voz de la Alhambra

Investigadores de la Escuela de Estudios Árabes recopilan por primera vez las miles de inscripciones que adornan las paredes del monumento

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Si las paredes hablasen... En la Alhambra, lo harían en árabe clásico. Describirían las bellezas de sus palacios y jardines, elogiarían las victorias de los sultanes, cantarían la gloria de Alá... De hecho, así lo hacen: miles de palabras talladas adornan los paños de yesería, tacas, fuentes y frisos de madera de las estancias alhambreñas. Hace unos años, investigadores de la Escuela de Estudios Árabes del CSIC emprendieron la ingente tarea de catalogar todas las inscripciones del monumento nazarí. Dentro de unos días, presentarán los primeros resultados de su trabajo: el primer tomo del Corpus epigráfico de la Alhambra, un libro y un DVD que recopilan los textos correspondientes al Palacio de Comares, en los que cada uno de ellos aparece fotografiado, dibujado, traducido y localizado. Buena parte de ellos pertenecen a los tres visires-poetas de la Alhambra: Ibn al-Yayyab, Ibn al-Jatib e Ibn Zamrak.

El trabajo está siendo coordinado por la investigadora Mariana Kalaitzidou bajo la supervisión del director de la Escuela de Estudios Árabes, Juan Castilla, en colaboración con el Patronato de la Alhambra y el Generalife.

La directora del patronato, Mar Villafranca, explicó que se trata de un proyecto «a largo plazo», ya que la tarea es «compleja y voluminosa». Subrayó que el deseo de escuchar la voz de las paredes de la Alhambra no es nuevo. «Quizá el público no lo sepa, pero este tema fue objeto de preocupación desde el primer momento de la incorporación de la Alhambra a la Corona castellana -recordó-. El Ayuntamiento creó y costeó desde el principio una escuela de romanceadores o traductores que pretendían hacer ese ingente trabajo que ahora estamos haciendo nosotros».

Por desgracia, los romanceadores nunca acabaron el registro completo de las inscripciones y, en todo caso, su trabajo se perdió. Otro precedente es la obra del arabista Miguel Lafuente Alcántara y su libro Las inscripciones árabes de Granada.

La directora del Patronato recalcó que este Corpus no es un proyecto divulgativo, sino científico: el registro y descripción de las inscripciones será «una herramienta» al servicio de los investigadores que deseen profundizar en lo que éstas dicen. Hay que tener en cuenta que de ellas puede extraerse mucha información de carácter literario, religioso, artístico e histórico.

El libro y el DVD registran todas las inscripciones y las clasifican en virtud de su contenido: por ejemplo, si son de carácter religioso, político o poético. Todas ellas aparecen fotografiadas y dibujadas. El trabajo también señala su estado de conservación, si han sido objeto de restauración o no, la fecha aproximada en la que fueron talladas y el lugar en el que se encuentran. El DVD contiene herramientas interactivas que permiten localizar exactamente dónde se encuentra una inscripción y señala las correspondencias, es decir, si ese mismo texto se repite en algún otro lugar de la Alhambra. «Lo hemos hecho con todas las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías, con la empresa Ars Tempus -aseguró Villafranca-. Ya presentamos un avance en la Feria de Industrias Culturales como muestra de la innovación aplicada al servicio de la difusión de la investigación científica en el monumento».

Hasta el momento, los investigadores han terminado el registro de las inscripciones del Palacio de Comares y tienen «muy avanzado» el trabajo en el Palacio de los Leones. El proyecto prevé cuatro tomos.

Decoración y loas

Para Mar Villafranca, hay que tener en cuenta el contexto histórico en el que fueron talladas esas inscripciones para comprender su significado. A su juicio, los artesanos no tallaban palabras porque no pudieran esculpir figuras; es cierto que en la tradición islámica las imágenes figurativas estuvieron proscritas durante largas épocas, pero la proliferación de poemas, canciones y loas en las paredes tiene motivos tanto religiosos como estéticos. Además, recordó, la Alhambra «está llena de imágenes figurativas», sobre todo vegetales. Pero ahí está también la Fuente de los Leones.

La caligrafía árabe resulta por sí misma decorativa. Hay dos variedades: la cursiva y la cúfica. Esta última, más abstracta y angular, es más difícil de entender.

La responsable del monumento sostuvo que la mayoría de las inscripciones de la Alhambra se conservan. «Se han perdido algunas, pero no muchas -explicó-. Ha habido alarifes que han trabajado sobre las inscripciones originales y han cometido algún gazapo por no saber la lengua».

Recordó el libro de Juan Antonio Vilar 'Los reyes Católicos en la Alhambra 1492-1500, recientemente presentado, que resulta «clave» para entender la transición del monumento al pasar de Boabdil a Isabel y Fernando.

«Hay una preocupación del rey y la reina porque el Alhambra, como le llaman ellos, esté perfectamente conservado. Mandan traer artesanos de otras provincias, como Zaragoza, Córdoba o Sevilla, y los vemos trabajando aquí proveyéndose de yeso de Las Gabias para hacer los moldes para la restauración -dijo Villafranca-. Ha habido catástrofes que han hecho perderse piezas, pero la preocupación por las inscripciones ha sido una constante».