Presión migratoria

a irrupción a la fuerza de un grupo de 70 subsaharianos en Melilla fue, en la madrugada del domingo, la muestra más elocuente de la desesperación a la que llegan los jóvenes que emprenden un éxodo de miles de kilómetros cuando encuentran el obstáculo que les separa de su ansiada meta. Pero lo ocurrido indica también que, mientras la brecha que separa a Europa de África siga creciendo, la necesidad de los subsaharianos de emigrar hacia el norte será más poderosa que todas las medidas que puedan habilitarse para impedirlo o regularlo. Quienes se aventuran a cruzar el estrecho, navegar por el Atlántico, saltar la valla fronteriza o, como ayer, a arrollar a quienes la custodian representan una minoría dentro del flujo migratorio que pretende alcanzar España. Pero dan a entender claramente que una buena parte de la población joven africana deambula por dicho continente buscando alguna salida.