Lastrada por la corrupción
Los monopolios, las trabas burocráticas y la corrupción son las causas que hacen que los rusos no tengan otro sitio en donde poner su dinero más que en artículos de consumo e inmuebles. De ahí la alta inflación. Eso es lo que piensa Irina Jakamada, una economista liberal que fue ministra en la época de Borís Yeltsin. Y eso que el terreno para invertir es enorme. Rusia necesita renovar urgentemente sus obsoletas infraestructuras (puertos, aeropuertos, ferrocarriles, autopistas, gaseoductos y redes eléctricas). Las infraestructuras son precisamente la asignatura pendiente de la economía rusa.
Actualizado: GuardarLo malo es que, según opina el también economista Mijaíl Deliaguin, «las inversiones que llegan a Rusia son fundamentalmente a corto plazo y de carácter especulativo». Nadie se atreve a meter dinero en grandes proyectos con desembolsos a largo plazo. Jakamada explica que ni siquiera Gazprom y las grandes petroleras rusas se animan a invertir en infraestructuras. «Prefieren emplear sus enormes beneficios para monopolizar las cadenas de distribución comercial de cualquier artículo, lo que contribuye al aumento de los precios», asegura.
La culpa de todo, en opinión de Deliaguin, la tiene «la tendencia heredada de los tiempos soviéticos a intervenir en la economía». La renacionalización de la petrolera Yukos y las presiones que sufre ahora otra compañía energética, TNK-BP, son un claro ejemplo. «A eso se une el afán del funcionariado de hacer del Estado un instrumento de enriquecimiento personal», narra Deliaguin.
Esos factores son los que, a juicio de Jakamada, han puesto a la mediana y pequeña empresa contra las cuerdas. La ex diputada afirma que en los países desarrollados las Pymes aportan al PIB más del 60% mientras que en Rusia sólo alcanza el 12%. Los expertos insisten en que hace falta una serie de reformas, sobre todo para fomentar la libre competencia.