ABRASADOR. Si las gasolineras estaba llenas, el centro de la ciudad se quedó desierto.
Jerez

Me rindo: el calor ha vuelto

De cómo muchos jerezanos emigraron este fin de semana a las playas previo compra de refrescos o hielos para rellenar las neveras

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A las once de la mañana el surtidor de gasolina de las afueras de Jerez era poco menos que una procesión de coches a la búsqueda de cualquier necesidad que puede surgir en la playa. Las sombrillas asomaban por los cristales entreabiertos de las puertas traseras de algunos coches que, todavía, andan por ahí sin climatizadores ni aire acondicionado. «Al precio que está la gasolina, como para plantearse comprarse un coche nuevo, amigo», comenta un chico con camiseta de tirantes y unas gafas de sol tipo gran angular. Ocupó su lugar de conductor y de un acelerón se quitó de en medio poniendo la proa cara al mar.

Las chicas con gorra que están tras el mostrador parecen no dar abasto y las neveras de grandes cristaleras acogen los envases de refresco de todas las clases y colores como si fueran un batallón de sabores frescos al reclamo de los acalorados clientes.

Por el frigorífico de hielos anda una parejita que busca la bolsa con los cubitos más fríos del establecimiento. «Vamos a rellenar bien la nevera con granizo para que no afloje el frío durante todo el día», comenta ella. Tres bolsas cogen y salen a buscar el coche para descargar la gran cantidad de agua congelada entre botellas y tetrabriks de distintos géneros y gustos.

La chica con la gorra que está despachando a los clientes mientras da luz verde a la manguera situada en el surtidor número 4, con más pinta de trabajar en una hamburguesería que en una gasolinera, dice que «es el primer día que la gente se ha ido a las playas de forma masiva. Otros días ha habido muchos clientes también que iban a la playa, pero hoy creo que vamos a acabar hasta con la existencias de hielo». La playa obliga a acudir con las provisiones correctas. A lo mejor una buena lectura; quizá una sombrilla para refugiarse del sol agresivo, algunas cartas para dejar pasar el tiempo y, por supuesto, una neveras con agradables bebidas. Frías como ellas solas, con mucho hielo para obligarte a beber a sorbitos.