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Los pasillos, lo más interesante

Quienes, como yo mismo, han pasado muchas horas haciendo pasillos en el congreso del Partido Popular en Valencia saben que es ahí, y no en los despachos cerrados, donde verdaderamente se cuecen las cosas interesantes. En los pasillos se negocia, se forjan alianzas y se entierran rencillas. El ambiente era de cierta euforia, los disidentes se batían en retirada y todos sabían que el congreso se cerraría este domingo con un indudable triunfo personal de Mariano Rajoy. Que, además, ha sido capaz hasta de dar importantes sorpresas en la composición de su ejecutiva, como la de Mari Mar Blanco.

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El PP va a ser diferente porque la gente que dirige el partido es diferente, tiene trayectorias diferentes, se ha librado de algunas incómodas adherencias, pero no porque el 'corpus' teórico del partido vaya a ser muy distinto. El debate en las ponencias tiene notoriamente menos peso que el 'chau chau' en los pasillos acerca del futuro de este partido de nuevo 'refundado' a partir de hoy. Y es que, desde este lunes, Mariano Rajoy va a tener las manos más libres, no será rehén de algunas instituciones, ni de algunos líderes mediáticos, ni de ciertas organizaciones que se dicen representativas de sectores de la sociedad. En suma, pienso que Rajoy se ha librado de la tentación de anclarse en la derecha radical, a veces algo ultramontana, que es el camino por el que algunos querían llevarle. Ahora va a poder, con el equipo del que se ha dotado y que no ha sido, hasta ahora, demasiado mal acogido, fabricar el partido de centro que él piensa que es lo que le reclama la abrumadora mayoría de los militantes y los votantes del PP. Y con el que puede llegar a La Moncloa.

La conveniencia del 'viaje al centro' es creencia universal; la de no cerrarse a pactos, a contactos, sea con la izquierda o con los nacionalistas, es opinión mayoritaria. Es, al menos, la conclusión que he obtenido de las charlas con dirigentes locales y municipales y con algunos de esos tres mil compromisarios. Ellos lo que quieren es ganar las próximas elecciones. Y eso lo han dejado en manos de ese Rajoy que ahora, tras un vía crucis de tres meses, se alza vencedor. Mañana tendrá que afanarse, tras vencer, en, además, convencer.