PAN Y CIRCO

Cruz y cruz

El descenso del Cádiz y la permanencia del Xerez -hechos por los que nadie daba un duro hace apenas dos meses- sirven de claros ejemplos para ver cómo se las gastan ciertos personajes públicos que tendrían que contar hasta cien antes de abrir la boca. De la alcaldesa de Jerez ya se ha dicho casi de todo y haría muy bien su compañera de partido, ministra y correctora de la Real Academia de la Lengua, Bibiana Aido, en darle unas lecciones de mesura en tiempos de euforia. Captar los votos de los muchos descerebrados que llenan los campos de fútbol, haciendo leña del árbol caído, es un vil ejercicio de revanchismo pueblerino que demuestra la catadura mental y la clase política de Pilar Sánchez. Ya sabemos que hay 90.000 jerezanos más que gaditanos, pero desconocía que mis paisanos tuvieran una edil tan mediocre y propensa a avivar la llama del enfrentamiento entre catetos. De Antonio Muñoz, qué quieren que les diga que no se haya escrito en las últimas semanas. Pero, en su afán por pasar a las enciclopedias como el peor presidente en la historia reciente del Cádiz, el día de actos nos brindó una frase de las que no tienen desperdicio al asegurar que ha sido el destino el que ha enviado al Cádiz a Segunda B.

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Si por azar se entiende que el equipo amarillo ha tenido cuatro técnicos en 10 meses; que sólo ha ganado ocho de 21 partidos en Carranza; que ha marcado 40 goles en 42 partidos; y que ha sumado cuatro puntos de los últimos 24 en juego, me parece que está confundiendo fatalidad con mediocridad y así resulta muy fácil ponerse delante de los micrófonos con cara de póker y que la responsabilidad recaiga sobre los que inundaron con lágrimas de cocodrilo el césped del Rico Pérez. En un giro nada inesperado de los acontecimientos, el mismo hombre que el 29 de junio de 2003 sacaba al Cádiz del pozo lo vuelve a meter cinco años más tarde. ¿Casualidad?, no. ¿Torpeza?, toda y más.