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ESPAÑA

Aznar reprende a Rajoy y le concede un «apoyo responsable» sólo por disciplina

Ni un paso atrás. José María Aznar sigue dispuesto a ser protagonista indiscutible y defender su legado político, y exigió a su partido que no se avergüence de su gestión, ideas y principios. Una vez más, el presidente de honor del PP puso en solfa la estrategia del actual líder del partido y buscó agudizar las contradicciones ya existentes en la organización. En este XVI Congreso quiso dejar claro su descontento con la línea que sigue su sucesor al concederle un «apoyo responsable», como si su voto fuera un sacrificio más de los que exige su condición de «disciplinado militante».

M. IGLESIAS
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Aznar sigue despertando fascinación entre los dirigentes del PP, que abarrotaron el plenario para escuchar su arenga aunque, a diferencia de otras ocasiones, los silencios y ovaciones fueron desiguales y según la procedencia territorial de los compromisarios.

Conocedor como nadie de la sensibilidad de los 'populares', empezó su discurso con las víctimas del terrorismo, el recuerdo de los compañeros caídos y el elogio de los «símbolos» y «referencias morales» del PP. Arrancó los primeros aplausos con los nombres de Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordóñez y obtuvo mejor respuesta si cabe cuando mentó a María San Gil y José Antonio Ortega Lara. «Todos tenemos una deuda impagable de agradecimiento», dijo, y sonó a reproche porque ambos han tirado la toalla por discrepancias con Rajoy.

En una intervención casi con las mismas palabras de las posiciones críticas que han mantenido Esperanza Aguirre o San Gil, aseguró que el PP no tiene que caminar hacia el centro político porque «nosotros estamos en el centro desde hace muchos años» y situó ese momento en 1989, cuando se refundó la vieja Alianza Popular, justo antes de que él se convirtiera en el líder del partido.

En contra de lo que predicaba cuando moderó los planteamientos de la derecha de AP para convertir al PP en un partido situado en el centro político y así ganar las elecciones, Aznar aconsejó a Rajoy que tenga en cuenta a los votantes de siempre en lugar de dirigir su estrategia a nuevos caladeros . «No ganaremos si pensamos que podemos ignorar a los que ya nos votan», afirmó.

«Cuando vayas avanzando, procura que cada vez veas más gente siguiéndote», conminó a su sucesor. «Nadie debe quedar por el camino», apuntó como reproche a las renuncias que ha soportado el líder del partido en los últimos meses. El presidente de honor del PP olvidó a los que quedaron fuera de su proyecto, a los que apartó y a los que se automarginaron, pero se convirtió en valedor de los caídos actuales. «Sin integración y sin unidad difícilmente tendremos futuro como partido de gobierno», proclamó. «¿No alejemos a nadie que honradamente quiera arrimar el hombro!», añadió.

Su apoyo a Rajoy no fue ni convencido ni incondicional. Por el contrario, dio un «respaldo responsable a quien va a continuar en los próximos años con esa tarea de dirigir nuestro partido» y recordó que debe «contar con todos y con los mejores».

Además, desgranó un rosario de consejos inspirados en la defensa de una política de confrontación con el PSOE como único método para volver al poder. Recordó que en 1996 el PP ganó las elecciones con un discurso propio y sólo después de llegar al Gobierno ofreció acuerdos a los demás partidos. También entonces «a algunos les parecíamos tan antipáticos como incapaces de gobernar», rememoró. «Primero ganamos las elecciones y después gobernamos con diálogo y acuerdos», dijo, «por ese orden, que no se nos olvide», añadió en sintonía con los dirigentes críticos con la dirección que rechazan la aproximación a los nacionalistas.