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FAMILIA. José Manuel, hermano de Rafael Ávila, tras comparecer ayer ante los medios. / CRISTÓBAL
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Sus primeras palabras: «José, estoy bien, ¿cómo está Pablito?»

La pasada madrugada del miércoles cumplía su décimosexto día en cautiverio. Llevaba encerrado en una minúscula caseta de apenas dos metros cuadrados, encadenado y con grilletes en muñecas y tobillos. Estaba dormido cuando un golpe de luz en el rostro le despertó. Pasaban unos pocos minutos de las dos. Era un agente de los GEO. Rafael Ávila, semiaturdido, se lanzó como pudo sobre él y se enganchó a sus piernas. Era su puerta a la libertad y no quería soltarle. El policía le tranquilizó diciéndole que no se preocupase, que él y sus compañeros iban a sacarle de allí.

W. JAMISON
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José Manuel, hermano de Rafael Ávila, permanecía en casa ajeno a la actuación que ponía punto y final a la pesadilla. Una llamada a su móvil le sobresaltó. Era uno de los GEO que habían asaltado la vivienda de Almonte para liberar a su hermano. «Un momento, por favor, que le paso a alguien», le dijo la voz al otro lado del hilo telefónico. El corazón le dio entonces un vuelco. Era Rafael. Asegura que, víctimas del shock y la emoción, apenas intercambiaron un par de frases. Recuerda perfectamente lo primero que le dijo: «José, estoy bien, ¿cómo está Pablito?», en referencia a su hijo de diez años.

El rostro del hermano del secuestrado no podía ocultar ayer, ante los medios de comunicación, la satisfacción que sentía por la feliz resolución del caso, un sentimiento compartido por todos los miembros de la familia. Aseguró que Rafael «se encuentra física y psíquicamente bien, con las lógicas secuelas de alguien que ha padecido una situación como ésta». Según dijo, sigue recluido en la vivienda de sus padres, «porque quiere estar rodeado en todo momento de su gente». «Está descansando y comiendo, y no ha recibido aún ayuda psicológica, sólo médica», apostilló.

Tras agradecer el «magnífico» trabajo realizado por la Policía y el apoyo recibido por los vecinos de sanlúcar, diferentes empresas e instituciones y los medios de comunicación -aunque criticó algunas informaciones publicadas-, dijo que no podía facilitar detalles sobre la investigación al estar decretado el secreto de sumario. Eso sí, reconoció estar «sorprendido» con las identidades de algunos de los detenidos, como Rodríguez Pueyo y el primo de Mariano Rajoy. Y aprovechó para reclamar que «todo el peso de la ley caiga sobre estos sinvergüenzas (en referencia a los nueve arrestados) y cumplan la pena íntegra».

Sedado

José Manuel Ávila sí ofreció algunos detalles sobre cómo ha pasado su hermano Rafael los 16 días de cautiverio. Aseguró que estuvo sedado y que las condiciones del espacio en el que estuvo recluido eran «muy malas» y «poco saludables». Añadió que, a pesar de todo, «él es un hombre fuerte y no ha necesitado aún la ayuda de un psicólogo; está deseando prestar declaración para que nadie quede fuera de la ley».

Sobre los dos millones de euros que los raptores pedían a la familia para la liberación de Rafael, dijo que no los tenían y que temían que se cumpliese el plazo, que era ayer mismo, porque no habían conseguido reunir esa cantidad «a pesar de la ayuda de familiares y amigos». También aseguró que nadie de la familia conoce a los detenidos en la operación policial.