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LUGAR. Imagen de la vivienda donde permaneció secuestrado durante 16 días el sanluqueño Rafael Ávila. / ALEX MEDINA
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Ávila sufrió maltrato piscológico durante los 16 días de cautiverio

La Policía asegura que ha sido el secuestro con móvil económico más largo investigado en España El cerebro de la trama, Luis Miguel Rodríguez Pueyo, actuaba bajo la identidad de un hermano fallecido

A. D. / W. J. / AGENCIAS
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La Policía Nacional ha dado por cerrada la investigación y la actuación que ha concluido con la detención de la totalidad de los implicados en el secuestro del sanluqueño Rafael Ávila, y confirma que el mismo tenía un móvil económico. Ayer informó de que finalmente han sido nueve las personas arrestadas, dos de ellas en Almonte (Huelva), dos más en Sevilla, cuatro en Madrid y uno en Sanlúcar de Barrameda.

Asegura asimismo que los agentes del Grupo de Secuestros y Extorsiones, de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV Central), han resuelto eficazmente el que señala como el secuestro económico de mayor duración y en el que la víctima permanecía en «peores condiciones» de los investigados en España.

La Policía Nacional reconoce, asimismo, que las pesquisas se hicieron «especialmente difíciles» cuando los secuestradores fueron alertados por las noticias publicadas en diversos medios de comunicación sobre el desplazamiento de un equipo especializado a la zona para resolver el rapto. En ese momento, los delincuentes dejaron de contactar con la familia durante casi una semana y se llegó a dudar, incluso, de que la víctima permaneciera con vida.

Los responsables de la investigación facilitaron ayer un relato de cómo se sucedieron los hechos desde el secuestro del sanluqueño el 2 de junio hasta su liberación la madrugada de este pasado miércoles. Apunta que el mencionado día 2, Rafael Ávila se dirigía a recoger su vehículo al salir de su trabajo cuando fue asaltado por al menos tres personas. Una de ellas le agarró por la espalda y le obligó a introducirse en una furgoneta blanca sin ventanas. Los investigadores no disponían de ningún otro dato sobre este vehículo. Lo único que se supo en un primer momento es que se dirigió hacia la salida de Sanlúcar.

Un día más tarde, sus familiares comunicaron su desaparición, asegurando que se había producido en extrañas circunstancias. Afirmaron igualmente que habían recibido varias llamadas solicitando un rescate de 10 millones de euros, por lo que se activó el protocolo nacional de secuestros. El equipo de negociadores de Sevilla y especialistas del Grupo de Secuestros y Extorsiones se hicieron cargo entonces de las investigaciones.

Las primeras indagaciones resultaron especialmente difíciles, ya que los secuestradores dejaron de contactar con la familia e incluso se dudó de que la víctima permaneciese con vida. Después de una semana, se comenzó de nuevo a recibir llamadas y otras muestras de que Rafael se encontraba bien. La cantidad exigida por su liberación se fijó finalmente en dos millones de euros que debían ser entregados el día 18, que era la fecha límite marcada por los raptores.

Los agentes lograron determinar que las llamadas estaban siendo realizadas desde Madrid y, después de complejas investigaciones, se pudo averiguar la identidad de su autor. A partir de ese momento se consiguió establecer e identificar a varias personas con las que se relacionaba y su posible vinculación con el secuestro.

Uno de estos individuos mantenía reuniones profesionales con el secuestrado en relación con la transmisión de unas fincas y se desplazaba con frecuencia hasta su lugar de trabajo para interesarse, supuestamente, por la víctima. Pero su intención real era saber de manera encubierta qué pasos estaba dando la familia.

Encadenado

A medida que avanzaban las investigaciones, las pruebas obtenidas afianzaban la posibilidad de que se encontrarse retenido en las proximidades de Almonte. Diversos indicios apuntaban a que pudiera estar en un chalet de esta localidad, por lo que se solicitó el apoyo del GEO para salvaguardar la vida del secuestrado. La vivienda fue asaltada en la madrugada del miércoles, lográndose la liberación de Rafael Ávila y la detención de dos de sus captores, entre los que al parecer se encontraba el primo del jefe de la oposición, Mariano Rajoy.

El sanluqueño, tal como trascendió a las pocas horas, fue encontrado encadenado de pies y manos con unos grilletes -las marcas aún eran ayer visibles en tobillos y muñecas-, en una minúscula caseta situada en la finca de la vivienda almonteña en cuestión. Había permanecido allí maniatado día y noche, «haciendo sus necesidades en una lata y en ocasiones sin recibir comida», según apuntaba ayer el comisario jefe de la UDEV, Angel Galán, quien añadió que «sufrió un grave maltrato psicológico en su cautiverio, durante el cual siempre estuvo atado, incluso de noche».

Confirma también que el jefe de la banda de secuestradores es Luis Miguel Rodríguez Pueyo, y entre los nuevos datos que ofreció sobre su participación en el caso figura uno llamativo: suplantó la identidad de un hermano suyo fallecido hace ya varios años y realizó todo tipo de gestiones con documentación falsa bajo su nombre.

Añade que Rodríguez Pueyo logró formar un grupo que mezclaba a delincuentes habituales y otras personas alejadas del delito, a las que logró convencer de que «conseguirían dinero fácil sin correr riesgo alguno». Sin embargo, tal como explicó ayer el comisario jefe de la UDEV, Ángel Galán, los agentes más veteranos de esa unidad policial reconocieron a Rodríguez Pueyo cuando dieron con el grupo de secuestradores. Con antecedentes desde 1981, sospecharon al hallarle documentación a nombre de Joaquín Rodríguez Pueyo y procedieron al cotejo de las huellas, descubriendo que, en efecto, se trataba de Luis Miguel.

Cabe recordar que éste ya había estado en prisión en 1990 por un secuestro. También pasó una temporada en la cárcel por participar en decenas de estafas millonarias. En 1994, intentó sacar tajada de Publio Cordón, el empresario zaragozano secuestrado por los Grapo y aún desaparecido, haciéndose pasar por un intermediario en la venta al Real Zaragoza del futbolista Rafael Martín Vázquez por parte del Real Madrid. Asimismo, en la investigación del caso Arny, en el que se juzgó a decenas de personas por presuntos abusos sexuales a menores en el pub sevillano del mismo nombre, Rodríguez Pueyo apareció como organizador de orgías en un piso de la calle Betis, donde se rodaban películas de contenido pornográfico que luego se exhibían en el establecimiento. El detenido apareció también en el caso Nani, sobre la desaparición del delincuente Angel Corella a manos de miembros de una mafia policial, ofreciendo pistas falsas de dónde estaba el cuerpo, que nunca llegó a aparecer.

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