La OTAN y el Ejército afgano cierran Kandahar por la nueva ofensiva talibán
El sur de Afganistán se prepara una vez más para la guerra. La liberación de cerca de mil presos de la prisión de Kandahar hace cinco días no fue más que el primer aviso de una ofensiva que parece tener el objetivo final de recuperar el control de una ciudad que es el auténtico feudo espiritual del movimiento talibán. Los insurgentes liberaron a cientos de sus miembros y ahora esperan el momento idóneo para volver a golpear desde el estratégico distrito de Arghandab, al norte de Kandahar, donde en las últimas horas se han producido combates y, según el Ministerio de Defensa afgano, han perdido la vida al menos dos soldados afganos y 36 insurgentes.
| Actualizado:Los medios locales ya informan de que los talibanes han roto puentes, minado campos y cortado carreteras. La aviación de la OTAN, por su parte, lanza panfletos para pedir a la población que no salga de sus casas y así evitar el alto número de víctimas civiles que suelen provocar los bombardeos. Este mensaje es contrario al que emiten las fuerzas afganas que han pedido a los vecinos que huyan, lo que ha provocado la marcha de unas setecientas familias. Y es que los talibanes ya controlan al menos diez pueblos de este distrito.
Las últimas comparecencias del portavoz del Ministerio de Defensa afgano se han convertido en auténticos partes de guerra con detalles sobre las bajas en ambos bandos y explicaciones de las operaciones que el Ejército nacional, de la mano de las fuerzas internacionales, están llevando a cabo para intentar atajar la enésima ofensiva talibán.
El dispositivo más importante se inició ayer a las ocho de la mañana en Arghandab donde las tropas de Canadá, país que aporta 2.500 soldados a la misión de la OTAN, se desplegaron para apoyar a las fuerzas de seguridad locales. Desde el cuartel general de Isaf (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad) en Kabul, el portavoz Mark Laity reconoció el inicio de esta operación pero sólo manifestó que «ha habido choques aislados» y «nos limitamos a apoyar al Ejército afgano con un número substancial de hombres». El silencio de Isaf es compartido por los portavoces estadounidenses que califican de «infundadas» las informaciones sobre la importante presencia talibán en las proximidades de Kandahar.
Un portavoz talibán, Yousuf Ahmadi, sin embargo, se refirió a la batalla en Arghandab y aseguró que «no hemos cedido un sólo metro. Utilizaremos el distrito como base para más ataques con cohetes sobre Kandahar y emplearemos kamikazes».
La situación de guerra abierta en el sur de Afganistán llega pocas semanas después del acuerdo de paz alcanzado entre los talibanes y el Gobierno de Islamabad tras la llegada al poder del nuevo primer ministro, Yusuf Raza Gillani. Una tregua que en las últimas horas parece peligrar debido a que las autoridades paquistaníes sólo han liberado a 18 de los 75 presos de la insurgencia, una de las condiciones exigidas por el movimiento fundamentalista para acabar con los atentados suicidas en todo el país y sus actividades antigubernamentales. Pese a la fragilidad del acuerdo, los combates se han detenido de momento en la parte norte de Pakistán, donde los servicios de inteligencia de Estados Unidos aseguran se encuentra el auténtico santuario talibán, y se han trasladado al sur del vecino afgano.
Al frente abierto en Kandahar se le suma el de la vecina provincia de Helmand, otro puntos problemático del país. Dos días después del anuncio del 'premier' británico, Gordon Brown, del envío de nuevos efectivo, sus representantes en el país asiático informaron de la muerte de cuatro soldados de Reino Unido, entre ellos la primera mujer que cae en combate en la misión afgana, por la explosión de un artefacto.