Un día de alegría y alivio para todo Sanlúcar
El rescate fue recibido con entusiasmo por los vecinos de la ciudad, donde el recién liberado es muy apreciado La casa de los Ávila recibió un constante goteo de allegados
| Actualizado:En el bar Juanito, de la plaza del Cabildo de Sanlúcar de Barrameda, se mandaba guardar silencio cada vez que en el televisor se anunciaba un avance informativo. La noticia de la liberación del empresario corrió ayer como la pólvora por toda la ciudad, desde bien entrada la mañana, pero en este bar del centro, el final de este secuestro de quince días angustiosos representa mucho más que un mero tema de corrillo y tertulia: Rafael es un cliente habitual, ya que muy cerca de allí se encuentra la agencia inmobiliaria Ávila Negocios Inmobiliarios, una de las empresas de la familia. «Rafael desayuna aquí todas las mañanas, le conocemos bien», explica Germán, el camarero que sube el volumen del televisor. Esta vez, recibían las novedades sin un nudo en el estómago y libres de inquietud ante un posible final dramático. «Estamos muy contentos, hemos recibido la noticia con mucha alegría», añade el camarero. Alegría y, sobre todo, alivio fueron ayer sentimientos comunes entre los sanluqueños, al saber que el hijo mayor de la familia Ávila estaba sano y salvo, y al fin en casa. «A partir de ahora podrá decir que ha vuelto a nacer», asegura Milagros Sánchez, empleada en un centro deportivo.
Miedo e intranquilidad
Además de alivio, sin embargo, entre los vecinos también recorría la gélida sensación de que en la ciudad, a partir de ahora, se ha roto la tranquilidad. «Es lógico que muchos vecinos vivan ahora más asustados, imagínese, esta es la primera vez que pasa algo parecido por aquí, y a partir de ahora no vamos a tener la misma tranquilidad con la que vivíamos», explica Juan Silva, el dependiente de un kiosco situado frente a Villa Rosa, la vivienda propiedad de los padres de Rafael, a donde fue trasladado poco después de ser liberado y que durante el secuestro ha sido el centro de reunión donde toda la familia de Rafael se ha hecho una piña.
Las puertas de este caserón de paredes rosadas, situado en la avenida de Bajo Guía, a unos cientos de metros de la propia casa del liberado, eran ayer un hervidero de periodistas, curiosos, y vecinos cercanos... Los que conocían a los Ávila tuvieron palabras de elogio para esta familia, a la que todos consideran «cercana, sencilla y trabajadora», sentenciaba Juan José, un antiguo cartero que alababa ayer la labor de la Policía. «El pueblo de Sanlúcar se puede sentir muy orgulloso de la labor policial», aseguraba a los periodistas frente a Villa Rosa.
A lo largo de todo el día, la vivienda recibió también un goteo incesante de familiares, amigos y allegados, que deseaban transmitirle ánimo a Rafael. Entre ellos, un médico cercano a la familia (segunda imagen a la derecha), a que a media tarde realizó una pequeña visita. Aunque no dio ninguna declaración, otros familiares confirmaban a las puertas de la casa que «físicamente está bien», pero psicológicamente «está muy abatido por todo lo que le ha ocurrido». También el hermano, José Manuel, que durante estos dieciséis días se ha convertido en portavoz de la familia, aseguró a los medios de información arremolinados ante Villa Rosa, que Rafael estaba «descansando» y que «está en buen estado de salud». «Lo primero que hemos hecho ha sido darle un gran abrazo y llorar mucho», añadía en una escueta declaración, que servía de adelanto a la rueda de prensa de hoy, en la que se espera ampliar los detalles de la salud de Rafael.