Ciudad de ciudades
Si hay algo que me hace pasar una buena tarde, lo que les recomiendo como forma de divertirse -máxime ahora que con el buen tiempo se avecinan largas tardes, días veraniegos, vacaciones, jornadas estivales acomodados en una butaca en la playa o tirados en la toalla, derramando largas horas de asueto-, es echar un vistazo a las hemerotecas para ver que ha sido de aquél o ese otro gran proyecto, que un día se nos reveló como la panacea para nuestra ciudad. Siempre, alguno de ustedes dirá que hay mejores maneras de entretenerse, tales como hacer footing o practicar paddle. Sin embargo deberán entender que no me decante por ninguna de ambas opciones. Sigo creyendo que correr es de cobardes, sin que de mis palabras se desprenda insulto alguno hacia quienes corretean por nuestras avenidas y, respecto a los que juegan con las palas, comprendo que cada cual dedica su tiempo libre a lo que prefiera. A mí, particularmente, golpear una pelota para intentar que el de enfrente no pueda darle, más que un deporte me parece una grosería a la que no estoy dispuesto a prestarme.
| Actualizado:De todos modos, viene la columna de hoy a cuento pues ayer LA VOZ se hacía eco en su cuarta página de un proyecto que había olvidado, como es el de «Jerez, ciudad del automóvil». De hecho, recordaba el periodista que en el año 2006 el Ayuntamiento anunció la creación de un gran parque industrial en el que se concentrarían cuantos establecimientos de distribución y postventa de automóviles existen actualmente en la ciudad; al que podrían acudir nuevas empresas atraídas por el sin par desarrollo industrial de la zona. No hace falta que me explaye, pues habrán adivinado que este proyecto se ha quedado en aguas de borrajas.
Tradicionalmente, Jerez es la ciudad de los grandes proyectos. Es algo a lo que nos acostumbró nuestro anterior y duradero Alcalde, quien en 2002 nos convirtió en sede de los Juegos Ecuestres Mundiales, con lo que Jerez pasó a ser, por meritos propios, ciudad del caballo. No quiero hacer leña del árbol caído, pues cosa bien distinta es que seis años después aún existan empresas a las que el Ayuntamiento adeuda diversas partidas por aquellos fastos, pero el ejemplo es más que suficiente para ilustrar una forma de gobernar a base de grandes proyectos.
Pero este no ha sido el único. Nos han ido prometiendo proyectos de similar calado que van desde el «Jerez, ciudad del deporte», pasando por «Jerez, centro comercial», hasta llegar al «Jerez, ciudad del transporte». De hecho, nuestra actual regidora no ha querido ir a la saga y, así en poco tiempo, en un alarde de imaginación sin precedentes, nos promete que Jerez optará a títulos tales como: «Jerez, ciudad educadora», o «Jerez, ciudad del flamenco». Por crear ciudades, hasta lo que es un simple Palacio de Justicia, puede que en breve se nos venda como «Jerez, ciudad de la Justicia».
No hace falta ser ningún avezado cronista para entender que Jerez es la ciudad de las grandes ciudades. Son mil y un proyectos con los que la clase política intenta animar al vecindario, ignorando que los ciudadanos tenemos una madurez tal, que sabemos como tales proyectos o nunca se van a iniciar, o bien terminarán convertidos en estrepitosos fracasos, ya que, cualquier jerezano que se precie, sabe que la realidad de nuestra ciudad es bien distinta, y radicalmente opuesta a las promesas políticas.
Con sus más de 20.000 vecinos sin trabajo, Jerez es, por meritos propios «ciudad del paro». Con sus fachadas sucias y su mobiliario urbano destrozado, Jerez también puede optar a los títulos de «ciudad de los grafittis» o «ciudad del gamberrismo». Con sus muchos cascos bodegueros en zonas céntricas de la ciudad que paulatinamente se han convertido en bloques de vivienda, Jerez igualmente es «ciudad del pelotazo ladrillero». Con sus miles de viviendas unifamiliares que han creado una ciudad enormemente extendida, incapaz de hacer frente a los servicios básicos que tales dimensiones demanda, Jerez también opta a títulos tales como: «ciudad de la especulación urbanística» o «ciudad de la recalificación parcelaria vergonzosa».
Títulos estos para los que no sólo no es necesaria inversión municipal alguna, sino de los que Jerez puede presumir de haberlos logrado sin la intervención de nuestra clase política, ¿o es que los políticos también están detrás de todo ello?...