VUELTA DE HOJA

En cintura

En España hay muchas cosas que no se comprenden y la crisis, también conocida como «desaceleración rápida», no podía ser una excepción. Están llenos los restaurantes de muchos tenedores y platos cuadrangulares y se han pagado 3.000 euros para ver a José Tomás por entradas que en taquilla costaban 4. Esto último casi se entiende: la gente en general tiene vocación de testigo, como si presenciar algo equivaliera a protagonizarlo.

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Realmente este héroe impávido es, junto a Obama, el hombre que está más cerca de la muerte. A uno le amenaza la «furia armada» de los dos cuernos del tótem ibérico y a otro el torvo unicornio del Ku Klux Klan, que ha aumentado últimamente sus socios. José Tomás cree que a todos los toros se les puede hacer una gran faena, incluso a los de Guisando, y Barack Obama cree que a él no puede pasarle lo mismo que a Lincoln o, para no ir tan lejos, a John F. Kennedy.

Menos peligro corre nuestro vicepresidente económico, Pedro Solbes. A él sólo lo pueden correr a gorrazos, utilizando las gorras que les sirvan a los inmigrantes para pedir limosna. Acaba de darnos un buen consejo: debemos apretarnos el cinturón para hacer frente a la nueva realidad.

En su sabia opinión, si no cometemos errores, en dos años creceremos el 3%. Es por lo tanto un problema de aguante, pero es justo reconocer que para apretarse el cinturón hace falta tener mucha correa.

Nuestra clase política, a la que nadie ha calumniado acusándola de tener mucha clase, nos ha metido en bastantes líos, pero ahora, además nos quiere meter en cintura.

¿A qué le llamamos apretarse el cinturón?, ¿a ahorcarse de medio cuerpo para abajo?, ¿a tener que reforzar los pantalones con unos tirantes? Sería sin duda una buena medida, pero sólo podrán adoptarla los que no hayan empeñado sus trajes.