MUNDO

Tensión entre Brown y Bush por la retirada de tropas británicas de Irak

El lenguaje corporal no dejó lugar a dudas. George W. Bush y Tony Blair entablaron una relación política y personal estrecha, que la llegada de Gordon Brown parecer haber roto. En la que tuvieron George W. Bush y Tony Blair, el presidente de Estados Unidos establecía la agenda y el primer ministro dijo sí a todo, con la esperanza de ganar más influencia en la dirección de sus asuntos de Washington. La oposición conservadora británica, que admiró y respaldó a Blair cuando ocupaba su terreno histórico en la 'alianza especial' con Estados Unidos, o laboristas, que también le apoyaron, reconocen el relativo fracaso de aquella estrategia.

| Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Blair acabó enfangado en una política dañina para la reputación de Estados Unidos y de Reino Unido. Pero todos, conservadores, laboristas, y, en algunas ocasiones la clase política y mediática americana, admiraban en esa relación Bush-Blair la locuacidad retórica del primer ministro británico.

Ocupaba la escena e improvisaba palabras para el sentido de la alianza, que resaltaban aún más el a menudo torpe inglés de George W. Bush. Que, en su última escala en Londres, antes de visitar Belfast para añadir al acervo de su presidencia también su intervención indirecta en el proceso de paz, compartió ayer con el nuevo primer ministro, Gordon Brown, una breve reunión y una sesión ante la prensa.

En un momento de la comparecencia, el presidente Bush llegó a tocar en el antebrazo a su colega y dijo a la prensa que Brown era «un buen socio».

Pero ahí terminó el calor. Ni siquiera se reprimió en airear de nuevo lo que ya había expresado en alguna entrevista a la prensa antes de llegar, el velado reproche al primer ministro británico por no avisar a Washington de sus anuncios sobre retirada de tropas desplegadas en el sur de Irak.

Los medios británicos sugieren también que hay diferencias sobre cómo enfocar desde el G-8 la turbulencia económica, especialmente los precios del petróleo, con Brown buscando una presión concertada sobre los países productores árabes, con la que Bush no concuerda.

Si la falta de sintonía política es latente, la química personal es pavorosa. Brown, pálido y ojeroso, se alargaba con explicaciones alambicadas e interminables, mientras Bush, moreno y sonriente, le observaba como asombrado de que Blair fuese destronado por este escocés, que no duraría un asalto en la política televisual americana.

Coincidiendo con la visita y quizás para tapar las desavenencias sobre Irak, Brown anunció un aumento de tropas en Afganistán. Son 230 soldados que elevan el número de tropas británicas a 8.030, del total de 52.000 que tiene la fuerza internacional ISAF.

El ministro de Defensa, Des Brown, explicó en el Parlamento que, a medida que se avanza en el control de la provincia sureña de Helmand, hay cambios. Se van a reducir puestos administrativos y se va a aumentar en la nueva estructura el personal del cuerpo de ingenieros.

Gordon Brown dijo que la formación del Ejército afgano está siendo un éxito pero que crear un cuerpo eficiente de policía afgana está resultando más difícil.

Nick Harvey, de los Liberales Demócratas, el único partido de los tres grandes que se opuso a la guerra de Irak, lamentó en los Comunes que el anuncio sobre Afganistán, al coincidir con la visita de Bush, refuerce una confusión ya extendida entre la población sobre dos operaciones distintas: Afganistán e Irak.