ESPAÑA

Rajoy tendrá manos libres para diseñar su equipo sin someterlo al congreso

Mariano Rajoy podrá organizar la nueva dirección del PP a su antojo, con el número de cargos y reparto de responsabilidades que le parezca más conveniente y sin necesidad de recibir el visto bueno del XVI congreso que se reunirá el próximo fin de semana. Los nuevos estatutos de la organización dan al presidente manos libres para diseñar la cúpula del partido sin tener que ajustarse a un organigrama previamente aprobado por la asamblea de compromisarios, como ha ocurrido siempre hasta ahora.

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El margen de actuación será tan amplio que Rajoy podría, si quisiera, ser reelegido presidente sin dar a conocer los nombres y títulos de los miembros de su equipo. La norma sólo le obliga a presentar una candidatura con sendas listas de dirigentes para el Comité Ejecutivo y la Junta Directiva, además de proponer el nombramiento del secretario general para su aprobación por la nueva dirección del partido.

Cabe esperar que el líder del PP no haga uso de esta prerrogativa que le conceden los nuevos estatutos y atienda los deseos de muchos de sus críticos que han exigido conocer su equipo antes de votar la única candidatura que se someterá al congreso.

Pero lo cierto es que la ponencia de Estatutos -una de las tres que debatirán en Valencia los compromisarios del principal partido opositor- elimina el número de cargos, así como las previsiones de áreas de trabajo y reparto de secretarías que deben integrar la cúpula del PP. De ser aprobada esa reforma, a la que se oponen algunos dirigentes, Rajoy tendrá más libertad de la que en su día gozó José María Aznar para configurar su equipo de confianza.

La reforma transforma por completo el artículo 44º del régimen organizativo interno del PP, que hasta ahora regulaba el papel de los vicesecretarios generales y sus atribuciones, y elimina el 45º, que hacía lo propio con los secretarios y los secretarios ejecutivos. En el nuevo reglamento, ambos apartados quedan integrados en uno solo, que pasa a llamarse de «organización interna», que suaviza la normativa para diseñar la dirección y confiere al líder más poder de decisión. Se pretende, explica la propia ponencia, «flexibilizar y simplificar la estructura orgánica de la dirección nacional con la finalidad de actualizarla y adaptarla a los retos de futuro que tiene que afrontar el partido». Esa mayor flexibilidad consiste, básicamente, en que el número de cargos de segundo nivel en la dirección ya no estará tasado y aprobado por el congreso. El presidente del partido podrá proponer al Comité Ejecutivo la creación del número de secretarías y vicesecretarías que crea oportunas en las áreas de actividad política que considere necesarias.

Las funciones de esos órganos, según la nueva normativa, consistirán en «dirigir y coordinar» el trabajo político, «velar por el buen funcionamiento de los servicios adscritos a tales áreas» y «ejercer las demás funciones que le sean encomendadas» por la dirección. Asimismo, Mariano Rajoy podrá llevar a su Comité Ejecutivo la «modificación, supresión o refundición» de los órganos creados con arreglo al nuevo artículo de «organización interna».

Esa reforma del reglamento interno ha sido cuestionada por otros dirigentes de larga trayectoria en el partido, entre ellos, el diputado Carlos Aragonés, que ejerció como director de gabinete del ex presidente José María Aznar en el Gobierno y en el partido durante más de una década. Aragonés fue una de las voces críticas en la última reunión del Comité Ejecutivo de los 'populares', el pasado 2 de junio, en la que el ex ministro Juan Costa le espetó a Rajoy que no descartaba presentarse como candidato para ocupar su silla en el próximo congreso. Aragonés, por su parte, criticó la deriva «presidencialista» que aprecia en su partido y dejó constancia, por escrito y mediante enmiendas, de las discrepancias que le separan de su jefe de filas.

Las rectificaciones presentadas por Aragonés abogan por continuar con una «estructura mínima» de dirección establecida en el reglamento del PP para así limitar la discrecionalidad del presidente. Su propuesta consiste en mantener la normativa actual y reflejar en el texto estatutario un secretariado que, en todo caso, tendría que contar con áreas de responsabilidad referidas a la política internacional, autonómica y local, de organización y tesorería. Además, aboga por el establecimiento de una cuota mínima de afiliado, la modificación del régimen de incompatibilidades de los diputados y una reforma del sistema electoral interno para permitir que una segunda candidatura minoritaria tenga sitio en la que encabece el candidato ganador del congreso.

Carlos Aragonés, al igual que Francisco Álvarez-Cascos, pretende eliminar los poderes que la ponencia de estatutos atribuye a un nuevo órgano de dirección denominado «comité autonómico» y que los enmendantes rechazan al considerarlo «un comité ejecutivo paralelo». El ex secretario general, actualmente fuera de la política activa pero decidido a dar la batalla en Valencia en su condición de compromisario por Madrid, también propone recuperar la definición ideológica del PP que él mismo incorporó a la ponencia política del congreso de 1990, copiada del cónclave de la refundación de 1989.

Dieciocho años después, Álvarez-Cascos rechaza la redacción del documento oficial del XVI congreso por considerar que incluye «textos imprecisos e inconexos entre sí que no perfeccionan la definición ideológica del Partido Popular» y que, por el contrario, podrían ser entendidos como «restricciones del espacio político» en el que se encuentra y «un retroceso» en su evolución.

El cambio de redacción que plantea el ex vicepresidente del Gobierno supone concentrar en un solo párrafo las definiciones que hace la ponencia oficial del PP como un partido «liberal» y «reformista»; eliminar la referencia a su condición de «partido de centro» con voluntad de «moderar» la vida política e incorporar su inspiración del «humanismo cristiano» y remarcar su condición de organización política «popular».