El San Fernando ha firmado una temporada para el recuerdo
Los azulinos han mostrado durante todo el año las señas propias de un equipo con madera de ganador La humildad, el estilo propio, la unión y el sacrificio han sido las virtudes de los pupilos de Antonio Iriondo
Actualizado:El San Fernando consiguió en la tarde de ayer un objetivo que llevaba persiguiendo durante seis temporadas, y que supuso la guinda a una campaña brillante que quedará guardada en la retina de todos los aficionados.
Aunque ha sido un año muy largo y no todo fueron alegrías, los azulinos han hecho una demostración de que en el fútbol, por encima de la calidad técnica y las estrategias, está la calidad humana. La plantilla funcionó como una piña dentro y fuera de los terrenos de juego, y esa sensación ha sido la que se ha desprendido durante todo el curso liguero, y la que hizo que en los momentos complicados, la nave saliera a flote. Humildad, ilusión, sacrificio y la defensa de un estilo propio fueron las claves del éxito.
El equipo mostró el carácter y la garra propias de un campeón, lo que ha propiciado que todos y cada uno de sus nombres hayan quedado grabados para siempre en la historia de uno de los clubes punteros de la provincia.
PLANIFICACIÓN
Plantilla
Se mantuvo la base del año anterior
Uno de los aciertos de esta temporada fue, sin lugar a dudas, la planificación en la faceta deportiva. Tras el varapalo sufrido después de la eliminación del Conquense, en una temporada en la que el equipo flaqueó al final y sufrió más de lo debido, la directiva decidió apostar por mantener la base. Los Canito, Puli, Sergio Berro, Iván Guerrero, Raúl Iglesias, Merino, Javi Muñoz, Víctor García o Fernando Porto conformaron un pilar sólido sobre el que se fundamentó el proyecto.
FICHAJES
Aciertos
Los nuevos llegaron para sumar
Mención especial merecen los últimos en incorporarse a la nave. Los fichajes del San Fernando esta temporada llegaron para sumar y, salvo los casos especiales de Moisés Carreras y Arcadio -el primero se fue antes de empezar tras cinco años en el club y el segundo vino para jugar dos partidos-, todos han aportado su grano de arena que ha valido para construir la montaña del ascenso. Hombres como Wicha, líder indiscutible de la zaga, Galera, un galgo de la banda derecha que se adaptó a cualquier posición, Sergio Bustos, trabajador nato en la contención, Javi Casares, que aportó velocidad e ilusión o Sergio González, un portero de la casa y de garantías, vinieron a reforzar un bloque ya de por sí con muchos argumentos.
Otra de las claves del éxito fue la contratación de Antonio Iriondo para el banquillo. El técnico venía de jugar dos fases de ascenso con el Toledo y con un currículum destacado. Aunque no había entrenado nunca en el Sur, supo adaptarse al fútbol de estas latitudes con una gran celeridad.
UNIDAD
Vestuario comprometido
El grupo fue una piña en los momentos difíciles
La paciencia en el fútbol es una de las virtudes que pocos saben apreciar. En el seno del club, esa paciencia ha existido por parte de unos y otros. Antonio Iriondo no las tuvo todas consigo en los primeros compases de la competición. Comenzó perdiendo en Los Palacios y, tras varios malos resultados ante Villanueva, Arcos, San Roque de Lepe y Sevilla C, el trabajo del técnico se puso en entredicho. No obstante, la directiva dejó trabajar al madrileño y los resultados no tardaron en llegar. El triunfo en el Sancho Dávila fue el principio de una remontada que acabó con el equipo campeón a falta de cuatro jornadas. También la tuvo la plantilla en su justa medida. Los retrasos en los pagos hicieron pasar por malos momentos, pero el grupo aguantó como pudo hasta el final. Presionó, lógicamente, en los momentos clave para exigir lo que era suyo, pero puso la honradez por encima de todo y aparcó los reproches para el final del curso.
SACRIFICIO
Lesiones
Las bajas no se notaron en el campo
La temporada fue larga y las fuerzas flaquearon en algunos momentos. Los contratiempos en forma de lesiones llegaron en los momentos más inoportunos. No obstante, el equipo superó esa traba y se sacrificó hasta el límite, propiciando que no se notara sobre el campo una bajada de intensidad.