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Déjenme disfrutar

Decía Antonio Iriondo en la sala de prensa después del partido que no encontraba palabras para explicar sus emociones. En este caso, el que viste y calza sólo las encuentra de agradecimiento. Al fin y al cabo, el fútbol son sentimientos, y un ascenso de categoría es suficiente para desatar la euforia.

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La histórica tarde vivida ayer en Bahía Sur es suficiente motivo para estar pletórico. Y es que el partido fue un fiel reflejo de lo que ha sido el San Fernando durante toda la temporada. El grupo mostró carácter, entrega y humildad, valores que en el fútbol, en ocasiones, pasan desapercibidos.

Decía que sólo encontraba palabras de gratitud porque hacía tiempo que no se veía por La Isla a un equipo tan entregado. Habría que darle las gracias, por citar sólo un ejemplo, a un jugador como Wicha, que jugó con el tobillo como una bota y que aceleró sus procesos de recuperación para estar disponible lo antes posible. En su caso, y dadas las circunstancias externas en el terreno económico, lo fácil hubiera sido haberse lavado las manos.

Ahora queda todo el tiempo del mundo para disfrutar de la hazaña conseguida, pero habrá que trabajar para no perder las señas de identidad labradas durante este tiempo. La categoría de bronce es exigente para los que se duermen en los laureles, y son muchos los sinsabores que se han vivido antes de acceder a ella. Sería un error de locos despegar los pies del suelo. Vienen buenos tiempos para el club azulino y ahora es tiempo de trabajar para que el ascenso no quede en anécdota y se convierta en un paso definitivo.