Uribe y Chávez sellan la paz
Ambos líderes se reunirán «en los próximos días» tras meses de enfrentamiento por las FARC La moderación del líder bolivariano impulsa la cita
| Actualizado: GuardarEl presidente colombiano, Álvaro Uribe, escenificará «en los próximos días» su reconciliación con Hugo Chávez en una reunión que hasta hace sólo unas semanas parecía imposible. Esta reconstrucción de las maltrechas relaciones bilaterales, que entraron en una fase crítica en otoño pasado, se debe a la marcha atrás del presidente de Venezuela con respecto a su posición sobre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El líder bolivariano, que llegó a pedir que la guerrilla fuera excluida de la lista de organizaciones terroristas, defiende ahora que el grupo armado es un anacronismo en Latinoamérica.
Uribe certificó su disposición a sellar la paz con su homólogo venezolano en un acto retransmitido por televisión en la noche del pasado sábado, madrugada de ayer en España. «Quiero reiterar los agradecimientos al presidente Hugo Chávez por los comentarios recientes que bastante ayudan para que Colombia rápidamente gane la paz definitiva». El mandatario confirmó el encuentro con su colega «en los próximos días para tratar todos los temas de la agenda con la hermana República Bolivariana de Venezuela». Fuentes de la presidencia colombiana adelantaron que la cita tendrá lugar antes del 15 de julio en territorio venezolano, bien en la frontera o en Caracas.
El reencuentro será posible después de que Chávez haya variado completamente su política sobre las FARC. El líder bolivariano sorprendió la semana pasada al enviar un mensaje al nuevo jefe de la guerrilla, Alfonso Cano, en el que le pedía que liberara a los secuestrados «a cambio de nada».
Giro de 180 grados
A renglón seguido, el presidente caribeño proclamó que la lucha armada «pasó a la historia» en América Latina. El giro de 180 grados en el discurso de Chávez todavía es objeto de análisis tanto en Venezuela como en Colombia.
Varios observadores, sin embargo, coinciden al considerarlo «un repliegue táctico» para evitar que sus supuestos vínculos con las FARC, registrados en el ordenador de Raúl Reyes, antiguo número dos del grupo armado, perjudiquen al chavismo en las elecciones regionales y municipales del próximo 23 de noviembre. Triunfar en estos comicios es vital para el gobierno bolivariano, que ya sufrió un varapalo en el referéndum de diciembre pasado sobre la reforma constitucional que lo hubiera podido perpetuar en el poder.
Por otro lado, los éxitos militares del Ejército colombiano, que confirmarían la tesis de Bogotá de que «no falta mucho tiempo para la derrota de la guerrilla», pueden haber sido otro contundente argumento para el cambio.
El Gobierno venezolano, además, es consciente de que su líder cuenta con un 50% de apoyos en el país, pero también tiene presente que en los últimos cuatro años su nivel de popularidad ha bajado un 20%. Con el viraje a la moderación, el Ejecutivo confía en recuperar el terreno perdido ante una oposición que empieza a cobrar fuerza. Una de las causas del malestar nacional, y de la pérdida de prestigio internacional de Chávez, hay que buscarla en los probables nexos con el grupo armado. Según los datos hallados en el ordenador del abatido número dos de las FARC, el líder bolivariano podría haber financiado a la guerrilla con 300 millones de dólares (195 millones de euros).
Luis Vicente León, experto de la firma de sondeos Datanálisis, considera que «Chávez sabe que los golpes que ha dado el Gobierno colombiano a la guerrilla son mortales». Por ello, el líder bolivariano ha optado por «no hundirse con el 'Titanic', más aún cuando la mayoría de la población venezolana no apoya a las FARC». Por su parte, Edmundo González Urrutia, ex diplomático y consultor internacional, sostiene que el presidente caribeño destaca por su «gran olfato político». «Sabe que para retomar su papel de mediador en el conflicto colombiano, necesita recomponer su imagen internacional que se vio asociada a este grupo rebelde», justifica Urrutia.
Contacto
Pese a las evidentes diferencias ideológicas entre los jefes de Estado de Colombia y Venezuela, ambas naciones vecinas mantenían unas relaciones que, sin ser excepcionales, entraban en los parámetros de normalidad diplomática y muy fluidas en el campo económico. En algunas ocasiones, Chávez fustigaba a Uribe, pero la cosa no pasaba de las palabras. En agosto pasado, el líder bolivariano se ofreció para mediar con las FARC y recibió el visto bueno de Bogotá. Pero unas llamadas realizadas por Chávez directamente a la cúpula del Ejército colombiano dieron al traste con la armonía.
Uribe, que sospechó que su homólogo podía intentar instigar una conspiración interna, canceló abruptamente su mediación y le acusó de «promover un proyecto expansionista que no entrará en nuestro país». Tras un rosario de acusaciones mutuas, los momentos de mayor tensión llegaron después de la incursión militar colombiana en Ecuador para atacar el campamento de Raúl Reyes. Chávez llegó a decir que una operación similar en territorio venezolano sería considerada una declaración de guerra.