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Los incentivos de Bogotá dividen a los guerrilleros

Crece en Colombia la expectación por una pronta liberación de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt después de que Álvaro Uribe anunciara que uno de los guerrilleros de las FARC quería garantías de no ser extraditado en el caso de que entregara a la política franco-colombiana y a otros secuestrados. El mandatario explicó que la directora del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), María del Pilar Hurtado, y el comisionado para la paz, Luis Carlos Restrepo, habían recibido llamadas de la guerrilla consultando condiciones si desertaban y entregaban a rehenes. «Ojalá fuera verdad», afirmó el mandatario conservador.

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Según Álvaro Uribe, un guerrillero preguntó a Hurtado «si el presidente se comprometía, a través del DAS, a no extraditar a un miembro de las FARC, entonces ellos iban a proceder a buscar la liberación inmediata de los secuestrados». «Yo le dije a la señora directora del DAS: mándeles esa carta. Yo asumo el compromiso. Dígales que sí, que nos comprometemos a no extraditar a esa persona. Pero que se haga la liberación de los secuestrados», agregó.

En el caso de Restrepo, durante el contacto telefónico le comentaron «si se podía garantizar que quienes liberaran a los secuestrados para no ir la cárcel se les permitía de inmediato ir a otro país, como a Francia». El presidente colombiano aplicó ante esta posibilidad idéntica tesis. «La respuesta fue positiva: liberen a los secuestrados y simultáneamente se montan en un avión y se van para el extranjero», prometió Uribe.

Flexible

Al comienzo de su mandato, hace ya casi seis años, el presidente conservador se negaba en redondo a negociar con las FARC. Hoy, una vez comprobada que su política de acoso militar está dando buenos resultados, se muestra mucho más flexible. Las FARC, con nuevo mando tras la muerte de Tirofijo, ha sufrido notables bajas en los últimos meses. Eso sí, mantienen inalterables sus condiciones: despejar de fuerzas militares los municipios de Pradera y La Florida e intercambiar a los 44 rehenes 'canjeables' -entre ellos Betancourt- por unos 500 guerrilleros presos. No es descartable que puedan entregar a los cautivos al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, o de nuevo a Hugo Chávez.