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CON SOMBRILLA. Algunos de los puestos del Rastro despejaban el sol con sombrillas.
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El rastro, he ahí la cuestión

El final de la temporada de Rastro en la Alameda deja, de nuevo, la vieja cuestión de si debería seguir en verano o no

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Cuando el reloj marcaba las dos de la tarde, las últimas cajas de los más rezagados comerciantes del rastro eran retiradas hasta el mes de octubre, o noviembre que nunca se sabe. En el aire quedaba la vieja cuestión de siempre: ¿se debería seguir en la época estival en otro contexto, o mejor es recoger hasta que lleguen fechas más proclives a la venta con temperaturas más agradables?

Juan Sevilla es uno de los veteranos en el rastro. Tantos años montando su puesto de antigüedades, le ha dado la madurez necesaria para afirmar, convencido, que «para que esto siga teniendo vigencia es necesario cortar estos meses de calor. En su día ya se hizo una prueba de montar los sábados por la tarde noche, y aquello fue un fracaso. Pienso que para que la gente venga en el mes de octubre con más ganas, es necesario parar. Ahora todos estamos pensando en la playa y en las vacaciones».

El caso es que muchos de los que montan en el Rastro de la Alameda todos los domingos por las mañanas, parecen que tienen ya el gusanillo y este paro los deja un poco descolocados. Aunque hay algunos que en estas fechas se van a otros mercadillos que no se interrumpen en verano como es el de Cádiz, otros ven la necesidad, al menos, de intentarlo en estas fechas de verano. Es el caso de Manolo Rodríguez, que con sus libros de viejo no falta cada domingo en la Alameda Vieja. «Hemos estado hablando con Francisco Benavent, delegado de la Zona Norte, porque vemos muy atractivo hacer un pequeño rastro, quizá más cultural, en algún sitio de la zona norte. Le hemos propuesto, por ejemplo, la plaza Federico Mayo. Así que estamos esperando que podamos reunirnos con él y darle forma. Hay que hacer algo. Nosotros no nos ganamos la vida con esto, pero creo que es necesario no perder del todo la posibilidad de montar, aunque sea en otro lugar, en estas fechas. También hay clientela en verano», sentencia Rodríguez.

No falla. Cada vez que se despide el Rastro de la Alameda, sobrevuela la duda de si sería necesario diseñar alguna otra actividad paralela en los días de la canícula. A los muchos jerezanos que están acostumbrados a visitar todos los domingos este interesante mercado, la interrupción se les hace demasiado larga.