A la espera de la metamorfosis final
Cerrofruto y San Juan de Dios aguardan con paciencia extrema a que desde el Ayuntamiento se ejecute un plan de reformas que necesita del nuevo PGOU
| Actualizado: GuardarHay proyectos que parecen que nunca van a ejecutarse. Por norma general, estos se anuncian a bombo y platillo en ruedas de prensa o en asambleas vecinales para que a todo el mundo le llegue esa iniciativa. Son casi siempre buenas ideas, necesarias y que unas vez que se han llevado a cabo benefician a un sector concreto de la población que lo agradecerá. No obstante, en la mayoría de las ocasiones, estos proyectos cambian a lo largo de los años, dependiendo de quién se siente en determinados despachos y se hacen interminables debido a la falta de financiación. Además de ello, si nos centramos en la rehabilitación integral de un barrio -o dos- que requiere de terrenos para la construcción de nuevos bloques de viviendas, es fundamental la aprobación del nuevo Plan General, algo que aquí también se está haciendo de rogar.
A pesar de ello, en la Zona Sur, concretamente en Cerrofruto, el Ayuntamiento, a través de la propia alcaldesa, Pilar Sánchez, presentó la pasada semana el gran proyecto para este barrio. Una iniciativa que ya se conoce desde hace años y de la que aún no se ha materializado nada sobre el terreno.
En San Juan de Dios, en plena Zona Norte, la situación es algo diferente. La primera fase del proyecto se consiguió ejecutar con éxito aunque, desde hace dos años, decenas de jerezanos residentes en esta barriada esperan que Infraestructura reanude las obras.
En ambos casos, sus respectivos proyectos se han visto paralizados, siempre según el Ayuntamiento, a la espera de que se apruebe, aunque sea provisionalmente, el nuevo Plan. Una excusa que para algunos no resulta del todo convincente.
«Son muchos los vecinos que están prácticamente seguros de que si se hubiese querido acelerar todo este proceso se hubiese hecho. Este Ayuntamiento sí aprobó en Pleno una modificación puntual del actual Plan General para que Ikea desembarcara en la ciudad sin problemas. Pero para otros asuntos como los que afectan a Cerrofruto o San Juan de Dios esa medida no es válida. ¿Por qué? Hablamos de que hay familias viviendo en situaciones muy delicadas. Los pisos de Cerrofruto se caen literalmente desde hace años y, de momento, han tenido suerte de que no haya pasado ninguna desgracia», comentaba el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos Solidaridad, Santiago Casal.
Pasear por estos barrios junto a él y los presidentes de las asociaciones de Cerrofruto y San Juan de Dios, es una buena forma de descubrir la verdadera realidad de dos zonas que buscan lograr su metamorfosis.
1 Un proyecto pendiente
A la derecha de uno de los bloques que constituyen la barriada de Cerrofruto se puede apreciar, desde hace meses, un cartel donde se anuncia la ejecución de un proyecto de obras que se centrará en la construcción de nuevos bloques de viviendas para los vecinos de esta zona. En plena avenida Blas Infante y en la avenida de La Libertad se levantarán más de 200 pisos aunque la fecha para que estos trabajos comiencen aún está por determinar. Mientras que esta iniciativa se hace efectiva, los jerezanos que poseen un inmueble en este barrio se ven obligados a vivir en infraviviendas que se desploman de forma alarmante y donde las escaleras de los bloques aguantan a duras penas el peso del edificio.
Además del deterioro más que evidente de los pisos, la existencia de inmuebles vacíos (en concreto hay ocho) es otro de los contratiempos que está causando gran malestar ya que «en estas casas se meten personas para consumir drogas y ya ha habido varios incendios», como explica Juan Atienza, presidente del colectivo de Cerrofruto. Ellos han solicitado al Ayuntamiento que «selle las ventanas y las puertas de estas viviendas y que nos den una de ellas para que podamos instalar de forma provisional la sede de la asociación de vecino».
Continuando el recorrido por la zona, Juan se para a señalar la cornisa del bloque 6. «Mira como está. Las grietas son más que evidentes y ya se han desplomado varios trozos. Hemos tenido suerte, ninguna persona pasaba en el momento en el que se cayó por aquí», comenta el representante vecinal .
Mientras un grupo de mujeres afirma con indignación que «cuando llueve el agua cala por las paredes de nuestras casas, se inundan todas las viviendas y el agua sale por el váter. Los bajantes están muy mal y si hablamos de las losas están levantadas en los cuartos de baños y las cocinas».
De hecho, un solo vistazo al interior de las zonas comunes de los bloques refleja a la perfección las condiciones en las que viven estas personas. La entrada del edificio número 9, por ejemplo, se encuentra totalmente resquebrajada y, a pesar de estar apuntalada, da la impresión de que en cualquier momento caerá sobre la acera. Los cables descolgados de la fachada hablan por sí sólos. El peligro a que «se produzca un cortocircuito o algún niño se quede enganchado a ellos» es algo que los vecinos no pueden evitar pensar cada vez que los ven al entrar en sus casas.
«Además de todo esto, el área de Medio Ambiente de Jerez parece que no sabe que esta barriada está en la ciudad. Aquí hace falta más limpieza en las calles, que se limpie el sistema de alcantarillado y algunos detalles más que hemos intentado trasladar a África Becerra sin éxito», indica Juan Atienza.
El fuerte olor que desprenden los bajantes se apodera de los bloques que aparentemente se encuentran en mejor estado y entre la resignación, la esperanza y el recelo los residentes de este barrio mantienen su tensa calma.
2 A la espera de la segunda fase
En San Juan de Dios, la situación es más alentadora que en Cerrofruto. No obstante, la paralización de su proyecto durante más de dos años ha conseguido que muchos vecinos se muestren pesimistas. Tras la construcción de la primera fase, los viejos bloques que albergaban a las familias que se han instalado en los nuevos edificios se encuentran vacíos, a excepción de cuatro inmuebles que por diferentes motivos siguen habitados.
«Esto ha originado que los bloques vacíos sirvan de refugio para todo tipo de personas que no van a hacer nada bueno. Hay ratas enormes, se están produciendo robos constantes y los niños entran en estos pisos a jugar con el riesgo que ello conlleva. Si el problema es que aún hay cuatro familias viviendo en esta zona, el Ayuntamiento debe ayudar a solventarles sus problemas lo antes posible por el bien de ellos y de todos nosotros. Antes de que esto sea una boca de lobo», subraya el presidente de la asociación de vecinos, Ángel Loreto.
Los cristales, trozos de ladrillos, restos de litronas y todo tipo de desperfectos se aglutinan en torno a estos pisos donde ya a duras penas hay algo de luz cuando cae la oscuridad. Sobre el terreno donde aún están levantados se iba a construir la tan anhelada segunda fase, mientras que se espera que 102 pisos se hagan en la zona de Picadueña conocida como Cruz del Canto.
«Desde febrero no sabemos nada del Ayuntamiento. Se nos volvió a explicar el proyecto, que ahora se pretende ejecutar antes de 2010, y así continuamos. Y es que ahora parece que el PGOU no estará hasta julio», se resignan desde esta zona. Además de ello, los vecinos que habitan en los pisos viejos y que espera sus turnos para mudarse, aguantan humedades, atascos y espacios reducidos de dos plantas que son un auténtico problema para quienes tienen movilidad reducida.
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