La lección del profesor
Perteneciente a la junta directiva de la Asociación de Empresarias, esta gaditana asume la importancia de servir de modelo a las emprendedoras
| Actualizado: GuardarUn profesor de kárate es más que un profesor de kárate que enseña a dar unos golpes y a encajar los que puedan venir. Termina siendo un modelo para el alumno, tanto desde un punto de vista moral como profesional. «Las pocas empresarias de esta provincia tenemos que ser como un maestro de artes marciales y servir de patrón en el que fijarse», compara Isabel Gallardo de Torres, responsable del Club Carballo y miembro de la junta directiva de la Asociación de Mujeres Empresarias de la Provincia (Amep). Es decir, que conoce muy bien a los profesores de kárate y a sus alumnos y también sabe de primera mano cómo es esa pequeña parte de la economía gaditana que está en mano de las mujeres.
En el maletero de su coche alternan las zapatillas de deporte (para su vida profesional) y los tacones (para su cargo asociativo). Tanto sobre la goma como sobre las tapas, «una mujer valora el tiempo mucho más que un hombre porque para nosotras el tiempo es especialmente valioso». Isabel cambia de discurso a la misma velocidad que de calzado: habla unos minutos de los problemas a los que derrotó cuando el fundador de su gimnasio (Francisco Carballo) falleció y ella tuvo que tomar una decisión: «O sigo para adelante o tomo una dirección completamente distinta». Después, se refiere a las dificultades que frenan a cualquier emprendedora que empieza a andar en el mundo de los negocios: «Hasta los bancos te lo ponen más difícil sólo por ser una mujer».
Pero, como ocurre con las zapatillas y los zapatos, la persona y el discurso siguen siendo las mismas. Isabel dirige el Club Carballo, en el corazón de la Segunda Aguada gaditana, desde hace 12 años, «en un mundo que siempre ha sido de hombres». Hace poco más de uno, afrontó una reforma millonaria que ha cambiado el local rincón a rincón y ahora comparte responsabilidades con Juan Mateo, que actúa de gerente. «En todo este tiempo no ha cambiado la filosofía de este lugar, por el que hay mujeres que vienen desde hace 17 años y los que entonces eran jóvenes traen ahora a sus hijos a clases de artes marciales».
Isabel no estudió para empresaria porque la vida le dejó pocos huecos para ello. Poco se nota cuando habla de las potencialidades o limitaciones de su negocio. «Sé perfectamente que por un lado éste es un barrio populoso y eso supone una ventaja; pero también sé lo que puede dar de sí un servicio en esta ciudad y qué es lo que quiere la gente de aquí», explica. La fórmula la defiende contra cualquier golpe: «Llevamos 20 años y muchos de nuestros profesores de hoy aprendieron en nuestras clases, por lo que creo que se están haciendo bien las cosas».
Un orgullo similar la embarga cuando habla de la Asociación de Mujeres gaditanas. Justo cuando el colectivo cumple su primer decenio de vida, Isabel Gallardo está convencida de que «somos un ejemplo para otras organizaciones provinciales, como demuestran los programas de tutoría».
Precisamente, este programa resume a la perfección el objetivo de la Amep. Se trata de un plan por el que una empresaria veterana enseña a una novata en los primeros pasos de una actividad empresarial. «Nosotras sabemos lo complicado que es ser una emprendedora y, sobre todo, lo complicado que es hacerlo solas, con lo que siempre estamos ahí para ayudarlas en sus dudas», señala. Aunque el rol de profesoras no se queda entre los límites del programa y para Isabel se extiende a la actividad diaria. A ésa que se parece a la del viejo profesor de kárate.
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