Rearme energético
Decía el miércoles Roberto Centeno, consejero delegado de CAMPSA en una cadena de televisión, que es probable que los productores de petróleo frenen en el último momento la escalada de precios por el procedimiento de incrementar la oferta, justo antes de que el mundo entre en recesión. De cualquier modo, a juicio de este especialista con muchos años de experiencia sobre sus espaldas, se equivocan quienes afirman que estamos ante una simple burbuja especulativa que se deshinchará dentro poco y nos permitirá regresar a una etapa de energía barata. La explicación del especialista es ésta: «se está produciendo un creciente desajuste entre la oferta y la demanda, debido al crecimiento muy importante (de la demanda) de países emergentes como China, India, etc. Y no se está incrementando para nada la producción. De hecho, hay un estudio de la Agencia Internacional de la Energía que está revisando las reservas de 400 empresas y los datos son muy pesimistas porque son mucho más reducidas de lo que se esperaba. Y a esto se ha unido que los países emergentes, China en particular, se han lanzado a comprar futuros en el mercado para garantizarse el suministro a partir del año 2010». En este sentido, China, al estar comprando futuros, «está especulando. Siempre hay un factor de especulación, pero es un añadido, no lo fundamental. El problema es de falta de recursos y como consecuencia de ellos hay especulación, como ocurre en todos los mercados y materias primas cuando se producen situaciones de este tipo».
| Actualizado: GuardarCenteno tuvo palabras muy duras contra el Gobierno por negarse al parecer el Ejecutivo a que las compañías incrementen su capacidad de refino en España, lo que nos obliga a importar el 50% del gasóleo que consumimos con un sobrecoste del 30%. Pero, además, el panorama que se abre ante nosotros debería impulsar la adopción de iniciativas de toda índole que mejoraran nuestro rendimiento energético y redujeran la dependencia exterior, que, a pesar del desarrollo creciente de las energías renovables y limpias -eólica y fotovoltaica- sigue siendo muy elevada.
El combustible fósil -petróleo y gas- que es la base de nuestro consumo energético tiende a la escasez y por consiguiente sube de precio vertiginosamente; es posible que todavía podamos recurrir a los hidrocarburos durante décadas, pero el crecimiento de la oferta será en todo caso limitado, de forma que lo inteligente es conseguir energías alternativas. Las energías renovables son magníficas, pero no parece posible colmar con ellas toda la demanda energética que actualmente es abastecida por el petróleo y el gas, cuyos suministros dependen por añadidura de países inestables.
Así las cosas, parecería lógico actuar, primero, sobre la estructura del consumo; no tiene sentido que España siga siendo el único país de la UE en que el ferrocarril apenas se utiliza para el transporte de mercancías. E inmediatamente después replantearnos el regreso a la energía nuclear, como están haciendo numerosos países.
La Agencia Internacional de la Energía, un organismo de la OCDE, acaba de proponer en un informe reducir a la mitad las emisiones de CO2 de 2010 a 2050 por el procedimiento de construir 32 plantas nucleares anuales de 2010 a 2050, es decir, unas 1.280 centrales nuevas. Algo que, aseguran, supondría un ahorro de CO2 de un 6%.
Actualmente hay 435 reactores en operación y 30 en construcción en todo el mundo. «Es posible lograr un futuro energético sostenible», dice la AIE en el informe presentado en Tokio a primeros de junio.
El estudio Perspectivas sobre tecnología energética 2008 asegura que la clave está en la tecnología. «Lo principal es una mayor eficiencia energética, la captura y almacenamiento de CO2, las fuentes renovables y la energía nuclear», sostiene. En este análisis, que traza posibles escenarios y estrategias hasta 2050 para reducir las emisiones, sostiene que la economía energética precisará «una revolución».
Felipe González, autor de la todavía vigente moratoria nuclear, escribió recientemente en un artículo que el recurso a esta fuente energética es ya inevitable, una vez que se han resuelto los problemas de seguridad y que se están consiguiendo soluciones aceptables para el almacenamiento de residuos. Rodríguez Zapatero, en cambio, volvió a rechazar la reconsideración del asunto con un argumento poco sólido -si se regresara a la energía nuclear se interrumpiría el esfuerzo en energías limpias- y otro falaz e incomprensible -España no tiene capacidad de refrigeración para nuevas centrales-. Como mínimo, parece indispensable abrir un debate porque rectificar es de sabios, y en este caso Zapatero avanza contra el viento del sentido común y de la historia.