Se acabó el chantaje
Han tenido que pasar tres días. Ha tenido que morir un hombre. Han tenido que colapsar todas las carreteras y joder a miles de ciudadanos para que este Gobierno actúe contra la coacción de los transportistas en paro. No puedo entender por qué se ha permitido que la huelga, por otra parte legítima protesta, se desarrollara hasta el miércoles mediante el chantaje a todo un país. Todos podemos entender las dificultades que atraviesan los que necesitan el combustible para realizar su actividad profesional. Todos reconocemos el derecho constitucional a la manifestación, a la huelga y al cierre patronal. Pero lo que no se puede tolerar en un país supuestamente avanzado es que una minoría de un sector intente hacer valer su derecho avasallando los derechos del resto de la ciudadanía.
| Actualizado: GuardarEl bloqueo de las carreteras ha sido indignante. Y la actuación del Gobierno, hasta el miércoles, o mejor dicho la pasividad del Ministerio del Interior durante casi tres días ha sido lamentable. Algunos altos cargos han dejado perlas como la Delegada del Gobierno en Madrid. En el colmo de las desfachatez o de la estupidez, no lo tengo muy claro, la tal Soledad Mestre dijo el miércoles en El País que a los ciudadanos no les parece mal que sólo se pueda circular por un carril y que sólo habíatrafico lento, no carreteras cortadas. Para mandarla a su casa a freir espárragos.
El pulso de una pequeña parte de los transportistas me resulta exagerado. Nadie duda de su importancia en la sociedad de consumo pero me temo que su manera de demostrarlo ha sido equivocada. Desde luego, se han ganado la antipatía de buena parte de la población. Más de uno, con las multas y las detenciones, lamentará haber sido tan bravo en sus reivindicaciones. Veremos cómo cierra el conflicto Maleni y sus adláteres. Porque este es sólo el primero de los órdagos de la crisis, reconocida por fin por el ilustre profesor Solbes, el amigo de los eufemismos. Se acabaron los días de vino y rosas para ZP y los suyos.
