PESIMISMO. La película de Munt trata la idea de la zozobra vital. / LA VOZ
SILVIA MUNT DIRECTORA Y ACTRIZ

«La vida es una putada»

Ganó el premio a la mejor dirección del festival de Málaga con 'Pretextos', que aborda el tema del suicidio

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Silvia Munt se llevó del Festival de Málaga el premio a la mejor dirección con Pretextos, cinta que a su vez parece haberle arrancado el alma. Gira en torno a la idea del suicidio y se columpia en una zozobra sentimental y vital. En ella, junto a personajes que parecen desvivir, ella da vida a una directora de teatro cuya descreída pareja es Ramón Madaula, su marido en la vida real.

-Es como para que se sienta identificada

-Todo va desde dentro cuando escribes algo. Están metidos los miedos, las inquietudes, las dudas, todo lo que tenemos en este momento que nos ha tocado vivir. Es una forma de saber de lo que estás hablando, pero los personajes se mezclan. Hay algo de mí en todos los personajes, no sólo en el que interpreto yo. De todos tienes algo.

-Los personajes buscan excusas para vivir.

-Sí, pretextos. Hay que buscarlos para darle sentido a lo que tenemos. A la vida.

-¿Tan dura es?

-Claro. A mí me tiene harta Me gusta que me diviertan y me vendan motos, pero llega un momento en que te cansa. Me canso de ver películas románticas con un final redondo y que te digan que la vida es bella. La vida es una putada. Es muy dura y está bien que, sabiéndolo, hagas lo que puedas y tires palante. Pero embellecer la vida es casi como crear un espejismo. La vida es lucha y hay momentos en que se puede desmelenar y ponerse atractiva, y otros en que se pone terrorífica. Antes de hacer esta película estaba en un momento en que tenía muy pocas ganas de engaños.

-A la protagonista le preguntan si es feliz.

-Esa es una de las mejores escenas de la película. Ella no sabe qué decir.

-¿Y usted es feliz?

-Es una pregunta que no se tiene que hacer nunca porque entonces te ves obligado a mentir. La felicidad no existe. Uno puede estar contento o triste en un momento dado, pero no va más allá. Son estados de ánimo. No es algo conseguido. ¿Dónde está la felicidad? Pues igual está cuando dejas de pensar en ella, ¿no?

-Es una película muy pesimista, pero resulta optimista al final

-Yo creo que sí. La mayoría de la gente opina así, aunque algunos me han dicho: «ay, me ha dejado ». Es como la muerte, que cuanto más la apartes más te sorprende luego. El personaje de Eva asume el suicidio como una liberación. Respeto mucho su manera de ver las cosas porque creo que hay que desdramatizar el suicidio. Hay gente que ha podido encontrar los mínimos y otros que no, como una persona que conozco. ¿Qué pasa?

-Es una opción polémica

-Es muy injusto. Cada segundo hay un intento de suicidio en el mundo. Es la causa de mortandad más grande. Es un secreto a voces, pero hay casi una consigna de no hablar de esto cuando en realidad es algo natural. Hay que poner el suicidio en su sitio justo porque encima no entendemos a los suicidas y eso es lo peor que les podría pasar.

Dudas con su marido

-No sería fácil elegir a los actores, ¿no?

-El reparto fue rápido. Tuve dudas con Ramón, mi marido. Yo creía que podíamos dar muy bien como pareja, pero dudé mucho. Nos conocemos, hemos trabajado mucho juntos, y yo dije, bueno, de esta o salimos para toda la vida bien o acabamos a tortas, ja, ja.

-Te influirá mucho el ser bailarina, ¿no?

-Sí. Veinte años de danza influyen, sobre todo por la disciplina. Es tan duro lo de bailar que luego lo otro Esa formación espartana te hace ser muy trabajadora y te da sentido de la puesta en escena.

-A su edad

-Tengo la edad de Madonna. 50 años.

-¿Y ve la vida de otra manera?

-Estoy en otra fase. Yo soy muy cíclica y creo que la vida hay que tomarla así, en cada ciclo. Me canso de mí misma. Me aburro. Me gusta mucho hacer de actriz, pero desde que estoy realizando mis cortos, mis TV movies, siento que estoy creciendo, me siento más coherente, útil Es una etapa dura y buenísima a la vez, como la de Madonna o Sharon Stone, porque estás bien físicamente e interesante, pero sabes que eso se acaba. Eso es así y la sociedad te lo recuerda constantemente. Hay que estar muy combativo para que esto no te salpique.

-Rodar en Barcelona no es tan fácil, dice.

-Horrible. Tenemos que revisar muchas cosas. Se nos llena la boca hablando de Cataluña y apenas nos preocupamos por los catalanes. Hay un montón de líos con los permisos y a todos los niveles, salvo para los directores de fuera. Me han dado dos Goya y en Madrid me han felicitado en todos los sitios, pero en Cataluña nunca. Ese gesto duele.

-¿Sigue pendiente del Sahara?

-Sí, siempre. Se sigue pasando mi corto por los colegios. Son etapas de mucha combatividad y ya he dado paso a otros que vienen más frescos. Cuando inauguramos el festival de cine del Sahara fue la última vez que fui. Me encanta que ahora Bardem llame la atención sobre el tema.