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Lo que pudo ser y no será
El proyecto MPF01 estaba llamado a ser el de mayor envergadura realizado en las instalaciones del Bajo de la Cabezuela
| Actualizado: GuardarHace tan sólo ocho meses, los vientos soplaban favorables para la nave de Dragados Offshore. La compañía encadenaba un gran contrato tras otro. Cuando los ingenieros y operarios de la empresa aún trabajaban en el proyecto Adriatic, una planta de regasificación de gas natural licuado que actualmente se ultima en Algeciras y que tiene como destino el Mar Adriático, se anunció la consecución del contrato más suculento de la historia de la empresa puertorrealeña. Se iba a construir el mayor barco de perforación petrolífera del mundo, una inversión de 220 millones de euros.
El casco se haría en Dalian (China), pero toda la ingeniería del buque se desarrollaría en el Bajo de la Cabezuela. Se anunció la creación de un millar de empleos y picos de trabajo en el que se necesitarían 2.000 operarios; habría que ampliar el muelle de las instalaciones para que pudiera albergar los 300 metros de eslora del navío; y carga de trabajo asegurada durante dos años, hasta fin de 2009.
Dragados se apresuró a enviar a sus instalaciones del Campo de Gibraltar la planta de gasificación Adriatic para iniciar las necesarias labores de ampliación del muelle. Éstas dieron comienzo en diciembre de 2007. En marzo ya se estaban montando módulos de equipamiento que se instalarían en el casco cuando éste llegase desde el dique chino. El proyecto no se llevará a efecto, pero la compañía se queda con unas instalaciones de dimensiones y calado mayor a las que disponía. Esto permitirá acceder a contratos de obras a las que hasta ahora no se podía optar por no tener las infraestructuras necesarias. Chico consuelo hoy para los nuevos 386 desempleados.
El proyecto era todo un hito de la ingeniería civil y naval. El buque sería capaz de perforar el subsuelo marino y de procesar y almacenar el crudo de las bolsas de petróleo, algo que hasta ahora no se podía hacer en una misma plataforma. Su largo brazo levantaría llegaría hasta los 3.000 metros de profundidad y hollaría la corteza hasta los 9.150 metros hasta encontrar el preciado oro negro. ¿Por qué en un barco? La respuesta es bien sencilla. Las reservas de petróleo escasean; no quedan grandes yacimientos por descubrir; y las pequeñas bolsas que esperan a que las exploten están en lugares de difícil acceso para las infraestructuras de extracción submarina tradicional. Donde las plataformas no pueden instalarse para perforar a causa de unas condiciones climatológicas continuamente adversas, un buque soportaría las embestidas del mar. El negocio que se plantea MPF no es la búsqueda del fósil combustible, sino el alquiler de este navío al mejor postor entre las petroleras, siempre sedientas del negro hidrocarburo.
Desgraciadamente nada de esto tendrá la marca de Hecho en Cádiz. La situación financiera del cliente noruego que promovió el encargo se ha visto perjudicada por los constantes incrementos en el presupuesto del proyecto, como, sin duda, también por la coyuntura económica internacional. Los escandinavos tienen la intención de intentarlo en un astillero de Singapur, aunque necesitarán encontrar financiación adicional.