Selectividad
| Actualizado: Guardaracarse el título de Bachillerato supone un gran esfuerzo para todo estudiante, una fase que implica un momento de madurez, dejando atrás la enseñanza obligatoria para elegir un camino que pretendemos cumplir hasta llegar todo lo alto que podamos. Es entonces cuando, tras dos duros años construyéndonos las escaleras que terminan en la puerta de la Universidad, el peor invento de la historia llega para cuestionar nuestro trabajo, poniendo en duda un simple número que nos ha costado sudor y lágrimas conseguir. Todavía no conozco razones de peso que me hagan entender por qué necesito enfrentarme a la tan indigesta Selectividad, portadora de enfermedades tan preocupantes como depresiones, pesimismo y agobio, y la mejor cerradura para nuestro futuro, marcado, como todo en esta vida, por unos sentenciadores dígitos.