Opinion

Estados Unidos y la UE

El presidente Bush dijo ayer en Lubliana que, en efecto, no volverá a Europa como presidente y, por tanto, su gira por el viejo continente es una despedida formal; el último viaje que empezó el lunes en Eslovenia por azares del calendario: el país preside este semestre la UE. En los días siguientes el mandatario americano irá a Alemania, Italia, el Vaticano (cuando hace sólo siete semanas que recibió en Washington con gran solemnidad a un complacido Benedicto XVI), París, con el morbo de la cena con la pareja Sarkozy-Bruni, Londres y Belfast, donde podrá recordar el papel constructivo y eficaz que entre bastidores u oficialmente jugó el Gobierno americano en la pacificación.

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Aunque tal cosa ocurrió en los días de Clinton, los republicanos lo favorecían porque la antiguamente llamada causa irlandesa tiene una histórica (y electoralmente relevante) instalación en Estados Unidos, donde siempre se matizaba bien la acción del IRA, cuyos dirigentes entraban en la Casa Blanca y se les cuidaba a la hora de definir el terrorismo y redactar la lista de sus organizaciones.

La cumbre anual UE-EE UU es una formalidad y esta vez tiene menos interés aún porque Bush es un presidente amortizado por el calendario y en Bruselas ya se aguarda a Obama o a McCain. Se constata, sin embargo, que el cordialmente llamado segundo Bush, el de su segunda administración, ha atenuado las diferencias del primer periodo, literalmente devastado por la invasión de Irak.

Washington, sin volver del todo al multilateralismo prometido, ha consultado más a los europeos, ha hecho concesiones sobre el cambio climático y ha cedido los trastos a la hora de abordar el asunto del programa nuclear iraní. Pero ha sido insistente en defender todo dossier estratégico o geopolítico. La aprobación popular de Bush en su país está en el 29,5% según los últimos sondeos, pero a él se le ve risueño y relajado, la actitud propia de quien sabe que dentro de poco dejará el difícil empleo que ocupa. Y esa impresión domina su gira europea, más social que política, más de vacaciones que de trabajo.