ESPAÑA 4 rusia 1

Debut soñado, fuera complejos

España apela a la velocidad y a la imponente pegada de David Villa para hacer añicos a una débil Rusia en otro gran inicio a la espera de confirmación

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España se quitó ayer los complejos propios del debut en una Eurocopa y, sin hacer un partido del otro mundo, se encomendó a la pegada de un extraordinario David Villa y al contragolpe para hacer añicos a la joven Rusia de Guus Hiddink, voluntariosa pero débil mentalmente.

El delantero del Valencia estuvo inmenso en el Tivoli Neu de Innsbruck. No sólo por el hat-trick, sino por su derroche y entrega. Qué esfuerzo para abrir el campo, qué colocación para que los centrocampistas tuvieran siempre un recurso, qué inteligente en la definición. Es curioso, pero la selección ganó con relativa comodidad un partido en el que fue infiel a sí misma y en el que para nada sacó a relucir ese juego rápido de toque que exige Luis Aragonés. El objetivo se cumplió, y con creces. Pero cuidado: sería un error fatal caer estos días en la autocomplacencia y aún peor en la euforia.

Fue un choque extraño el de Innsbruck. El guión no fue el esperado. España salió algo temerosa y movió la pelota con ritmo cansino y sin profundidad, todo lo contrario a lo que había pregonado el de Hortaleza durante la semana. Pero cuando hay calidad, y en este equipo la hay a borbotones, un detalle en el mo-mento más inesperado se convierte en una válvula de oxígeno.

Ocurrió en el primer gol, cuya creación seguro que no figura en el manual de Aragonés. Marchena lanzó un balón a Torres sin ni siquiera mirar a los jugones y el del Liverpool le echó ganas para ganar la posición y darle una asistencia de lujo a Villa. Y en el segundo, un contragolpe letal tras una recuperación en el centro del campo que tampoco concuerda con los argumentos habituales de esta selección. De hecho, los rusos tuvieron más posesión de balón en el primer tiempo. El mundo al revés.

La buena noticia es que el equipo nacional demostró que tiene pegada y que quiere dejar atrás las supuestas maldiciones que le persiguen desde hace más de dos décadas en las grandes citas internacionales. En Innsbruck también tuvo ese plus de fortuna que tantas veces se le ha negado para poner de cara un encuentro en el que, también es justo decirlo, no estuvo fino ni en el ritmo ni en el trabajo defensivo. Decía la víspera el capitán Iker Casillas que la suerte es un factor clave para tener posibilidades en una competición tan igualada. Ayer sin duda estuvo de parte de España. El mejor ejemplo de ello es el tiro al palo de los rusos sólo un minuto después del gol de Villa que abrió el marcador.

A la selección aún le falta ese punto de valentía y fuerza física que atemorice a sus rivales y le permita construir una mentalidad ganadora en la que el miedo a perder desaparezca de la cabeza de sus futbolistas. Ese temor transmitó La Roja en los minutos iniciales del partido, con desajustes en la medular y con un juego insulso y sin sentido que siempre terminaba con un regalo al enemigo.

No se pueden mostrar esas cartas al comienzo de un encuentro, porque el rival se puede dar cuenta y sacar provecho de la debilidad. Rusia, todavía inexperta a pesar de los esfuerzos del holandés errante, sólo se percató a medias, pero ahora llegan contrincantes -Suecia y Grecia- mucho más formados y con argumentos más sólidos.

Es todavía el debe de los hombres de Aragonés, que deben mostrar su eventual superioridad desde el comienzo de los encuentros para asustar al contrario y para desenvolverse mejor en los primeros minutos.

La victoria en el estreno es un bálsamo que hay que saber dosificar antes del choque ante los suecos. El camino está despejado, sí, pero todavía queda mucho por recorrer para intentar hacer historia. La mayor velocidad en el movimiento del balón y en los repliegues son los dos componentes del juego que más fallaron en Innsbruck y que habrá que corregir antes del sábado. Tras su goleada ante Rusia, España sonará otra vez como favorita y se le equiparará a Holanda, Portugal y Alemania, las selecciones que mejores sensaciones han dejado en el torneo. Hay que creérselo lo justo.