Noche de estreno
La noche de sábado tuvo todos los tintes de una velada de estrenos. El primero fue artístico y como espectadora; el segundo, circulatorio y protagonista. A la vuelta de presenciar la primera función de la compañía teatral Las Salvajes (de Guadalcacín) -y de celebrarlo, claro- me acechaban las luces de mi primer control de alcoholemia. Para todo hay una primera vez ¿o no?
Actualizado:Tanto yo como mi círculo más cercano ha asimilado la máxima famosa de Si bebes, no conduzcas sin mayores problemas y siempre he mantenido que cuando me tocara colocarme el pipo iba yo a ser la más chula del corral. Lo cierto es que en cuanto me asomé a la rotonda donde la Guardia Civil se había apostado y vi todo el circo montado (varias patrullas, una furgoneta y no sé cuántos agentes) mi chulería se convirtió en un tembleque incontrolable a pesar de que por mis venas no iban más que dos coca-colas y una ración de presa ibérica -deliciosa, por cierto-.
Así, que allí estaba yo, sin manejarme demasiado bien con los botones de subir y bajar los cristales de las ventanillas -porque no era mi coche- frente a un agente que vería los nervios en mi cara y me hizo pasar el trance de lo más llevadero. Los hay antipáticos y altivos, pero también simpáticos y comprensivos, al menos, el que me tocó a mí.
Tras el 0.00 y la sonrisa del Guardia Civil, no me tranquilicé hasta que llegué a Jerez a por mi tercer refresco de la noche. Yo no tenía nada que temer pero no pude evitar la tensión. Será cosa de los uniformes.