Miserias
Actualizado: Guardarlegamos al pico final de esta pirámide miserable que se desmorona, que se llama el Cádiz. En el momento en que los clubs de fútbol pasan a ser empresas. Se pierde esa figura romántica del presidente, que moría por los colores de un equipo que era herencia familiar. Dando paso a la figura del dueño. Con ello se dan casos tan extraños como que un señor que es aficionado y socio desde niño de un club, se convierta en dueño de otro, que incluso sea enemigo del de sus amores. Por lo tanto lo gestiona como una empresa menor, invirtiendo lo mínimo, y más pendiente del bolsillo que del corazón. Como se suele decir, el dinero llama al dinero, y la miseria sólo trae más miseria. Y una empresa que funciona gracias a desechos, migajas y préstamos de otras empresas, no podía acabar bien. Ya fue algo milagroso, que la empresa llegara a subir hasta Primera con una plantilla hecha para Segunda B. El dueño pensó que era más rentable invertir dos pesetas en marketing que unos millones en futbolistas. Montó un circo alrededor de la maldita idea de «el resultado nos da igual». Consiguiendo que esto fuera un club festero, donde se celebraran con grandes verbenas hasta los descensos. De esta manera, evitaba cualquier crítica a su gestión deportiva, pues la económica no puede ser criticada pues el es dueño del club, y cada uno hace con su dinero lo que le da la gana. Además teniendo un comodín en la manga, que es saber que Cádiz no es una ciudad que tenga empresas ni empresarios medianamente boyantes, al mínimo contratiempo amenazaba con irse. La miseria, sólo trae miseria, y se sabía que era cuestión de tiempo que el castillo de arena cadista se desmoronara. Y el domingo fue la debacle. Después de una semana de arrastrarnos y suplicar al contrario, que nos dejaran ganar el partido. Vimos como once.... arrastraban, el nombre y la camiseta del club de nuestros amores, para siempre, a la más absoluta de las miserias. Dolor, no puedo explicar nuestro dolor.