El acusado de apuñalar a su esposa por la espalda en El Puerto dice que se autolesionó
La víctima y dos de sus hijos relatan en el juicio 30 años de «constante terror» La fiscal elevó su petición a los 15 años y describió el caso cómo «espeluznante»
Actualizado: Guardar«Se nos ha descrito un caso espeluznante y la víctima pudo salvarse de una muerte segura». Ésta es una de las descripciones gráficas que empleó la fiscal durante el juicio celebrado ayer en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial. Un portuense, Antonio Montero Espinosa, fue acusado por el Ministerio Público de un delito de asesinato en grado de tentativa y otro de malos tratos habituales. Éste último fue añadido por la Fiscalía en las conclusiones finales, modificando lo que iba a ser su petición de pena. Así, la agravó de los 12 años que solicitó en un inicio, a los 15. No economizó en expresiones para enfatizar la gravedad del comportamiento del procesado, al que incluso definió de «peligro público».
La historia que fue ayer expuesta en la sala de vistas reúne los ingredientes habituales de los malos tratos que sufren muchas mujeres: el matrimonio tiene tras de sí una relación de más de 30 años; la víctima denunció a su pareja en una anterior ocasión por lo que fue detenido y enviado a prisión como medida cautelar, pero al quedar en libertad regresó a su casa y le rogó a su esposa que lo perdonara. La mujer retiró la denuncia y abrió de nuevo la puerta a su agresor. El último episodio violento tan sólo fue, según describía ayer la víctima y dos de sus hijos, uno más dentro de «un constante terror» en el que estaba sumida la familia. Uno de los hijos, que tiene ahora 30 años, declaró ante el juez que había puesto un pestillo a su habitación porque tenía miedo de su padre.
Los hechos que desencadenaron la segunda detención de Antonio Montero ocurrieron en septiembre de 2006 en su vivienda de El Puerto. Según el escrito de acusación del Ministerio Público, el procesado culminó una discusión con su esposa cogiendo un cuchillo de cocina de 31 centímetros de hoja y la apuñaló por la espalda, el abdomen y el tórax. Dos vecinos relataron cómo escucharon voces en el pasillo de entrada a su vivienda, y cómo la víctima pedía ayuda. Al abrir la puerta, vieron a la mujer, completamente ensangrentada, que se desplomaba ante ellos. La metieron en su casa y cerraron la puerta para que el supuesto agresor no entrara. A reglón seguido llamaron a la Policía.
Sordomuda
La fiscal contempla como circunstancia agravante en el comportamiento del acusado, la minusvalía que presenta la víctima, que es sordomuda. Al no poder oir, no era capaz de prevenir ningún ataque, estando siempre en una situación de manifiesta inferioridad.
Los dos policías que acudieron al primer aviso, declararon que al llegar a la casa de Antonio Montero, éste les recibió muy tranquilo. El Ministerio Público subrayó cómo se aseó para limpiarse de sangre. Cuando los agentes le preguntaron qué había hecho, éste les confesó que estaba harto de sus hijos.
Dos de ellos, que ahora tienen 30 y 34 años, también declararon en contra de su padre, describiendo un entorno familiar terrorífico, donde tenían asumido que en cualquier momento les podía pasar algo. Recordaron anteriores episodios violentos sufridos tanto por ellos como por su madre, quien fue agredida estando incluso embarazada, declaró ayer uno de ellos.
La defensa del acusado se basó en que las heridas sufridas por la víctima no fueron de mucha entidad, lo que indicaría, según el letrado, que no hubo intención de matar. Por lo que pidió un año de pena al considerar que fue una disputa mutua. El procesado aseguró que su mujer se autolesionó, pese a que la forense que exploró a la víctima indicó ayer que presentaba algunas heridas que no se las pudo producir ella misma. Antonio Montero, en mitad del interrogatorio, reconoció que le había dado algunos golpes en la espalda con un segundo cuchillo que agarró para defenderse. Este testimonio fue tildado de «inverosímil» por la Fiscalía.
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