CRÍTICA DE TV

Revueltos

La otra noche -jueves- había duelo de elefantes en la pantalla, y todos ellos de factura española: mientras Telecinco abría la octava temporada de Los Serrano, Antena 3 estrenaba la serie Lex y TVE 1 hacía lo propio con una edición especial de Amar en tiempos revueltos. Los paquidermos más novedosos eran estos dos últimos y ambos tienen mucho que destripar, así que habrá que verlos por separado. Empecemos por el que ganó la competición, Amar en tiempos revueltos. Esta serie se ha convertido en un culebrón de calidad, capaz de competir con lo que le echen.

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Lo que TVE 1 estrenaba la otra noche era una especie de derivación del relato principal, caracterizada porque la nuez de la historia abandona el terreno de la pequeña historia doméstica y cotidiana, de tono sentimental para adoptar un estilo épico-político, donde la acción guarda relación directa con los grandes acontecimientos históricos: la Segunda Guerra Mundial, la ocupación alemana en Francia, la resistencia francesa, la venta de wolframio español a Hitler, etc. A priori, el desafío es sugestivo; a posteriori, es un desvarío total. Veamos: los nazis de Amar en tiempos revueltos son todavía más inverosímiles que los de Indiana Jones; son como El equipo A, pero sin la gracia de Aníbal y compañía; la pintura de la España de la época está ostensiblemente deformada, sin más contacto con la realidad que el vestuario de la gente.

Además, algunos hilos de la narración son rigurosamente impresentables. Por ejemplo, pintar a las chicas de la Sección Femenina como putas de lujo «por la causa» al servicio de los agentes alemanes no sólo es algo que habrá ofendido gratuitamente a bastantes espectadoras, sino que, sobre todo, habrá matado de la risa a quienes todavía sepan qué fue la Sección Femenina. Otro ejemplo: se hace narrativamente intolerable ver a un policía español de los años 40 entrando en un bar y gritando esto es una redada al estilo de la pasma de Chicago. Podríamos multiplicar los reproches. Toda la maestría que han demostrado los guionistas a la hora de contarnos a diario la pequeña historia se vuelve aquí torpeza y banalidad. Una lástima. Y mañana hablaremos de Lex.