PAN Y CIRCO

para olvidar

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ada vez tengo más claro que esta temporada ha sido y es para olvidar. Como dice Antonio Muñoz para enmarcarla y darle la vuelta al cuadro, castigada de cara a la pared. No sólo rezamos y nos encomendamos a quién haga falta por nuestro Cádiz, sino que voy de decepción en decepción. Cierto es que no me ha cogido de sorpresa la destitución de Pepu Hernández al frente de la selección española, pero una vez más, las formas dejan mucho que desear. Si el presidente de la Federación Española de Baloncesto es consciente de que va a adoptar una medida impopular, no comprendo por qué no está mejor asesorado para hacerlo de la manera más digna posible. Por si le vuelve a suceder con el siguiente entrenador, algo que no me extrañaría, le voy a dar unos consejillos a Pepe Sáez. Cuando vea que su próximo matrimonio empieza a tambalearse, póngale remedio pronto, es decir, al instante. Si su último divorcio lo hubiera firmado nada más terminar el Europeo, podría haber convencido a los aficionados con el cuento de que el objetivo no se había cumplido. Le aseguro que, a pesar de la pena, pocos son los que le hubieran rechistado. El intentar pasar página en ese momento le ha pasado finalmente factura y, perdone que le diga, pero el precio podría ser demasiado alto. Conforme la tensión entre ambas «P» iba aumentando, se volvió a equivocar, ya que fue demasiado evidente que estaban a la espera de pillar a Pepu en cualquier renuncio, por muy tonto que éste fuera. Y más absurdo no ha podido ser el calificar de falta de respeto el hecho de señalar que uno se siente perseguido por la Federación. A falta de dos meses para que comiencen los Juegos, ¿no hubiera sido mejor reconocer que no hay feeling entre las partes pero que se mantiene a Pepu por el bien del combinado nacional? La presión recaería entonces en el seleccionador y la gente se hubiera quedado más tranquila. Debería tener en cuenta que el cliente siempre tiene la razón y el cliente, por si no lo sabe, es el que paga.