Obama tiene un problema
Hoy proclamará Hillary Clinton por oficialmente terminada su carrera como candidata a la presidencia y su apoyo al senador Obama, con quien se entrevistó ayer en secreto. Es de suponer que ambos pusieron a punto la estrategia a seguir desde tres supuestos: a) el bien del partido y, por tanto, de las esperanzas de ganar en noviembre; b) el futuro de la senadora derrotada atendiendo a su buena prestación y su peso político; c) sólo a Obama corresponde, a fin de cuentas, elegir a su vicepresidente. Previamente, y entre comentarios incesantes, llamamientos de todas partes y elucubraciones sin cuento, lo único seguro, en cuanto que procedente del equipo de campaña de Hillary es que «ella no está pretendiendo la vicepresidencia» y que «su primera tarea es poner fin ordenadamente a su intento de obtener la investidura». Probablemente es así por la buena razón de que Clinton sabe que lo peor que podría hacer si quiere ser vicepresidenta y formar lo que algunos optimistas llaman el dream ticket (la pareja de ensueño) es pedirla abiertamente. Esa decisión es una atribución del candidato a la presidencia, aunque por razones prácticas éste puede aceptar a alguien a quien no aprecie si lo cree indispensable para asegurar su triunfo.
Actualizado: GuardarNo es exactamente ese el caso presente. Las encuestas prueban que un considerable número de simpatizantes demócratas reconocen que nunca votarán a Hiillary, aunque un número mucho más reducido, confiesa que tampoco dará su voto a Obama y oscila entre la abstención o el republicano McCain. Pero el argumento principal en contra del fichaje de Clinton es que parecería dar la razón a quienes defienden la tesis del dos por uno, todos clintonianos y muy numerosos, y que dicen que así el novicio Obama se beneficiaría no solo de la presencia de la ex-primera dama, sino de la de su acreditado marido, Bill Clinton. Pero mucha gente estima que eso condicionaría al presidente. Una mayoría sensata asume el criterio del antiguo candidato a la vicepresidencia John Edwards, el jueves en Madrid: «Obama debe escoger a alguien que comparta sus objetivos y su estilo de gobierno». Y probablemente eso es lo que hará.