Ciudadanos

Lo que pudo pasar la noche del lunes

La confusión sigue siendo grande en torno a lo que ha podido suceder con Rafael Ávila y las verdaderas intenciones de sus supuestos secuestradores. Lo que sí parece más o menos claro es cómo pudieron suceder los hechos el pasado lunes, día en que desapareció el empresario sanluqueño de 44 años de edad. La reconstrucción ha sido posible gracias al testimonio de algún testigo que permanece en el anonimato y a las informaciones que han podido conocer posteriormente familiares y compañeros de trabajo.

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Rafael Ávila fue a trabajar por la tarde a la asesoría fiscal de su primo en la avenida Quinto Centenario, Fisconta, a pesar de que desde mediados de mayo el negocio comenzó a aplicar el horario intensivo de trabajo y la atención al público sólo permanece hasta las tres. Sobre las cuatro, una testigo asegura haber visto una furgoneta blanca aparcar en las inmediaciones de la asesoría y bajarse de la misma a «tres o cuatro personas», a las que después volvió a ver «merodeando» por la zona.

A las nueve y cuarto de la noche, Ávila apagó su ordenador, según figura en la memoria del mismo y se dispuso a salir para regresar a su casa. Momentos después fue visto ya en la calle, a las puertas de la asesoría junto a tres o cuatro individuos a cara descubierta, que bien podrían ser los mismos que vieron por la tarde. Hay quien señala que todos se subieron a la furgoneta, incluido el sanluqueño, que podría haber sido obligado a ello. En la oficina se quedaron su cartera y sus llaves.