Declaración de mínimos
Actualizado:a Conferencia sobre seguridad alimentaria de la FAO fue clausurada ayer en Roma con la aprobación de una declaración de mínimos asumida como tal por las delegaciones de los países más necesitados de África y Asia, cuyo contenido fue abiertamente contestado por distintos representantes latinoamericanos. El resultado final pudo defraudar las expectativas que había despertado el encuentro. Las resistencias y discrepancias a la hora de reconocer o precisar la influencia relativa de los factores que contribuyen al incremento del precio de los alimentos impidieron avanzar hacia la aprobación de medidas correctoras de largo alcance. Pero al identificar las causas del disenso, en adelante los gobiernos y las instituciones internacionales concernidas no tienen más remedio que afrontar la revisión de las políticas agrícolas proteccionistas, evaluar con rigor los perjuicios que puedan generar los cultivos destinados a la producción de biocombustibles de primera generación y hacer un seguimiento exhaustivo de los efectos de la especulación financiera sobre el precio de los productos agrícolas. Todos los indicadores señalan que la carestía de los alimentos a lo largo del último bienio no constituye un dato pasajero, sino que apunta una tendencia duradera. Suficiente para que el abismo entre las sociedades más desarrolladas y las más depauperadas vuelva a agrandarse como la consecuencia más sangrante de la globalización, con países en los que la desnutrición afecta a la mayor parte de su población. Resulta imposible hurtar la evolución de los precios de los alimentos a los flujos de la economía global. Pero si en algún sector resulta legítima y necesaria que las instancias políticas nacionales e internacionales acometan funciones reguladoras es en éste del que depende el derecho a la alimentación y a la vida. La declaración de mínimos aprobada ayer subraya el propósito ineludible de habilitar programas duraderos para incrementar la productividad agrícola de los países en desarrollo, mientras se acude en ayuda urgente de las poblaciones que ya padecen hambre. Pero quizá la aportación más importante de la Conferencia de Roma es que ha situado el problema del hambre y el control de los precios agrícolas en el centro de las preocupaciones de la comunidad internacional comprometiendo, tal como el director general de la FAO relató al término de la reunión, un importante esfuerzo económico de los países desarrollados.