Clinton se rinde a regañadientes
Los responsables de la campaña obligan a la ex primera dama a reconocer que no será la candidata
Actualizado:Dicen que fueron sus más leales colaboradores, la delegación neoyorquina en el Congreso, la que el miércoles, por teleconferencia, dejaron claro a Hillary Clinton que su obstinación en seguir en la campaña cuando ya había un ganador estaba fuera de lugar. «Lo que le dijimos es que ya había un nominado», admitió ayer el congresista Charlie Rangel, jefe de la delegación y su mentor político desde que inició su carrera en Nueva York.
Quienes le vieron la noche del martes, durante el discurso en el que la senadora no reconoció su derrota, dicen que a Rangel se le frunció el ceño y se fue molesto. El congresista afroamericano, de 78 años, representa al distrito de Harlem. El que la ex primera dama ignorara que Obama acababa de romper un nuevo techo en la historia de los derechos civiles era una ofensa para su propia gente.
Rangel y el resto de los suyos se sintieron obligados a pinchar la burbuja de Clinton y sacarla de esa realidad paralela en que la habían visto esa noche, cuando el presidente de su campaña la presentó como «la próxima presidenta de EE. UU.» y ella subió al escenario entusiasmada, como si hubiera llegado vencedora a la meta.
En privado, otros de sus grandes apoyos políticos durante esta larga campaña de diecisiete meses le trasmitieron el mismo mensaje, e incluso más duro. «No se negocia (por la vicepresidencia) con el nominado, incluso si eres Hillary Clinton y has tenido diecisiete millones de votos», contó ayer Ed Randel, el gobernador de Pensilvania que la ayudó a anotarse ese importante estado.
El rumor se extendió rápidamente y a las 9 de la noche la campaña de Clinton anunció escuetamente su decisión de «suspender» la competición y «expresar su apoyo al senador Obama por la unidad del partido».
Será mañana en Washington, ya que la ex primera dama todavía quiere sus últimos 15 minutos de gloria arropada por sus seguidores para que se le reconozcan los logros de su campaña. «¿Hubiera sido mejor que lo hiciera el martes?», se preguntó retórico Randel en una entrevista televisiva. «Sí, pero lo importante es que lo va a hacer».
Hillary intentará así corregir ese error de juicio que ha puesto en peligro su propio legado, después de haber luchado con uñas y dientes en una campaña formidable que pasará a la historia por llevar más lejos que nadie a su género en la política del país.
Críticas a su soberbia
Fue, en palabras de 'The Washington Post', uno de sus «menos admirables momentos» por la falta de gracia y elegancia demostrada al no saber perder. Si severos fueron los editoriales y columnistas de todo el país con su soberbia, igual de duros resultaban ayer con la abierta batalla que ha iniciado por la vicepresidencia. Algo inédito en EE. UU., que vuelve a cruzar los límites del buen gusto y amenaza con poner en peligro la unidad del partido y sus posibilidades para ganar en noviembre. Si la nombrara para el cargo, Obama quedará como un candidato débil que no obtuvo en las urnas la fuerza necesaria para elegir su propio equipo. Si Clinton lo rechaza estará despechando nuevamente a sus seguidores y a aquellos colaboradores que se han embarcado en la batalla de lograrle el puesto. Uno de ellos es Bob Johnson, fundador de la poderosa cadena Black Entertainment, que asegura haber sido autorizado por la ex primera dama para abanderar esa lucha. «Me ha dicho que si se lo piden tendrá que aceptar porque cree que será en beneficio del partido y de la unidad del mismo para ganar», relató a 'The Washington Post'. El mensaje implícito es que Obama no puede ganar sin ella, una percepción que no le hace ningún favor. «La elección del vicepresidente siempre ha sido una prerrogativa del nominado, y así debe seguir siendo», dijo la portavoz del Congreso, Nancy Pelosi.
Según 'The Wall Street Journal', colaboradores cercanos de Obama creen que es «improbable» que le ofrezca el cargo. El senador por Illinois estaría más dispuesto a incluirla en su Gobierno al frente de alguna de las causas que ella ha abanderado apasionadamente durante su carrera, como la sanidad universal o la reforma de la educación.