Entre la fiesta y la muerte
CALLE PORVERA Hoy en día no sólo los toreros se llevan el mérito. Cualquiera que ame unos buenos naturales, se emocione con una estocada perfecta o se llene la boca con cada una de las letras de la tauromaquia, se puede considerar un héroe. La guerra entre taurinos y no taurinos se mantiene en todo lo alto mientras José Tomás continúa abarrotando plazas. Pero esta batalla dejará en una insignificancia La Guerra de los Mil Días. En aquella Colombia los liberales parecían tener ciertos argumentos de peso para montar el tinclao en busca de una sociedad justa. En la España del siglo XXI ambos bandos tienen sus motivos, causas y efectos para decantarse hacia un lado y el otro de la balanza, pero es mucho más complicado defender la fiesta que se genera al rededor de la muerte de un animal indefenso -por muchos centímetros de cornamenta-, proteger al toro. Además, normalmente se ha esperado detrás del burladero, los taurinos han perdido mucho tiempo defendiéndose, tratando de esquivar los golpes y ahora parecen haber pasado al ataque. Hace unos días, algunos de los principales exponentes de la tauromaquia nacional y extranjera se plantaron en el Parlamente Europeo para hacer una defensa activa de la fiesta de los toros. Algo totalmente lícito, pues llevan demasiados años aguantando palos.
Actualizado: GuardarEl argumento de la tradición tiene mucho peso, pero entiendo por igual al naturista al que le repugna la tortura que padece el animal. Lo que no llego a comprender es el tufillo político que está tomando la batalla, pues no me parece de recibo que se levante este estandarte en el ruedo político.