Susan Sarandon se confesó en Madrid abiertamente partidaria de Barack Obama. / ERNESTO AGUDO
Cultura

Susan Sarandon se explaya en sus opiniones políticas en la presentación en Madrid de 'Aritmética emocional'

«Sería una hipocresía que Obama eligiera a Hillary Clinton como vicepresidenta porque ella es la maquinaría, el poder y la política, no representa el cambio. Y Obama es lo nuevo». Así de directa y clara fue Susan Sarandon cuando le preguntaron por el ya candidato demócrata, al que definió como «fantástico», y sus planes con la que fue la primera dama de Estados Unidos.

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Inteligente, atractiva y con una fuerte personalidad, la actriz norteamericana estuvo ayer en Madrid para promocionar Aritmética emocional, un dramático relato sobre la memoria y el poder de los recuerdos que se estrena hoy. Pero Sarandon, más que hablar de la película y del cine, se concentró en la política estadounidense. Conocido su compromiso político y activismo social, no defraudó a los numerosos periodistas con los que mantuvo un encuentro. La mayoría eran de la sección de espectáculos, pero, por las preguntas, parecían de información internacional porque, además de por Estados Unidos, Irak y Guantánamo, también querían saber su opinión sobre la política exterior de Israel.

A Susan Sarandon le sienta bien cumplir años; tiene 61. Contenta con su vida -tiene tres hijos «estupendos» que también están «entusiasmados» con Obama- y su físico, la intérprete neoyorquina estaría feliz con una mujer presidenta «siempre que fuera la adecuada». «Hay muchas mujeres en el Partido Demócrata -explicó- capaces de ocupar ese puesto y, seguro, mucho más válidas que Hillary, cuya campaña ha desengañado a muchas. No basta con ser mujer porque, como supondrán, no soy fan de Condoleezza Rice y tampoco de Margaret Thatcher».

Y de Clinton a Barack Obama, a quien conoció hace poco. «Ha salido de la nada y, por cómo ha llevado la campaña, sabemos cómo será en la Presidencia. Es un hombre que saber escuchar, es curioso y ha viajado por el mundo, lo que es muy raro en mis compatriotas. Es un cambio brutal si lo comparas con los últimos ocho años, periodo en el que la diplomacia estadounidense sólo hablaba con los que opinaban igual que ellos, lo que es una grandiosa estupidez», expuso.

Saber escuchar

Con un sencillo vestido gris y una chaqueta bordada, Sarandon también recordó lo sola que se sintió en su cruzada contra Bush y la guerra de Irak. «Lo peor fue la sensación de no pertenecer a ninguna tribu, de notar que nadie se hacía preguntas. Se cancelaron actos en los que tenía previsto estar y tenía el teléfono pinchado. Éramos muy pocos los que nos cuestionábamos lo que estaba pasando, pero es complicado probar que he perdido trabajos por decir lo que pienso porque, además, Hollywood no es nada político», aseguró.

Genio y figura, Sarandon sabe que todo lo que dice tiene repercusión, por lo que quiso aclarar que ella no dijo que abandonaría su país si el aspirante republicano John McCain sucediera en la Casa Blanca a George W. Bush. «Es increíble la interpretación tan simplista que se ha hecho porque llevo ocho años descontenta con lo que ocurre en mi país y sigo allí. Tengo fe en los estadounidenses, pero si ganara McCain pensaría muy seriamente en la seguridad de mi familia, aunque creo que mis hijos no querrían irse de Nueva York», puntualizó.

Reencuentro

Los veteranos Max von Sydow, Christopher Plummer y Gabriel Byrne arropan a Sarandon en Aritmética emocional, adaptación de una novela de Matt Cohen que narra el reencuentro de dos supervivientes de un campo nazi a partir de la historia de amor interrumpida de los personajes que hacen Sarandon y Byrne. «Son tres intérpretes estupendos, pero nunca sabes qué puede pasar porque cada filme supone entrar en un mundo nuevo en el que, más que la experiencia, se trata de encontrar el método para sacar lo mejor posible el trabajo», comentó.

Partidaria de recordar «siempre y cuando sepas perdonar», la famosa actriz busca historias que le toquen, que supongan algo distinto en su carrera. El siguiente paso es la implicación del director en el proyecto, los compañeros, el dinero y que le guste el personaje, «aunque sea horrible», añadió esta veterana profesional que siempre se ha sentido fuera de Hollywood, «donde hoy se escogen los repartos por su tirón en taquilla y sólo apuestan por los proyectos que, supuestamente, harán dinero», añadió.