Sorpresas
Actualizado: Guardarl partido jugado por el Cádiz en la Rosaleda ha sorprendido a los jugadores, ha extrañado a los críticos y ha asombrado a los aficionados. Repasen, por favor, los comentarios previos publicados en los diferentes periódicos y comprobarán cómo ninguno acertó con la alineación que saltó al césped. ¿Quién se iba a calcular que aquellos futbolistas que, desalentados durante la mayor parte de la temporada, permanecían sentados en la grada, saldrían de titulares contra un Málaga que se jugaba el ascenso? Nos ha llamado poderosamente la atención que, en diferentes puestos, figuraran cuatro centrales: De Quintana, Julián De la Cuesta, César Caneda y Abraham Paz. A todos nos ha extrañado cómo -en cierta medida al menos durante el tiempo en el que el equipo estaba completo- mejoraba el juego. Sin exagerar demasiado, podemos afirmar que, en diferente grado, la concentración y la seriedad de los futbolistas aumentaban y que, incluso, se esforzaban por hacer circular el balón. Me sorprende que, en tan escaso tiempo, hayan asimilado algunos conceptos básicos como, por ejemplo el control de los tiempos, el orden, la fluidez de las triangulaciones y, en resumen, que hayan desarrollado una mayor capacidad para crear y para trenzar jugadas. Nos asombró también el dominio de los nervios a medida en que avanzaba el reloj, ser reducían de manera visible las fuerzas y aumentaban el acoso y las ocasiones de gol del Málaga. Confieso, sin embargo, que lo que más me ha sorprendido ha sido que, por primera vez, no he escuchado ningún comentario indignado de los críticos ni de esos aficionados que suelen llamar por teléfono o escribir mensajes electrónicos. Tengo la impresión de que algunos de los cambios que ha realizado Julián Rubio les han dado la razón a sus reiteradas críticas. Quizás en el banquillo y en la grada estuviera la solución de los problemas más graves que se planteaban en el césped. La confirmación de nuestra hipótesis la obtendremos el próximo domingo ante al Sevilla B.