Dentro del armario
A hora, que todo el mundo quiere salir del armario, el mundo nipón - ese mundo tan avanzado que según Alberto cualquier día despierta al dragón y entonces será mejor que Dios nos coja confesados- vuelve a sorprendernos, esta vez con un vecino que se ha encontrado una mujer dentro de un ropero, como la canción de Rafaella Carrá, ¿qué dolor!, ¿qué dolor!
Actualizado: GuardarLo curioso de la noticia es que a pesar de haber dado la vuelta al mundo por lo absurdo de la situación, aquí no transcendido lo más mínimo. Lógico, teniendo en cuenta las condiciones de infravivienda en las que sigue viviendo más de un conocido y la costumbre gaditana del realquiler.
Vivir en un armario no es, por tanto, algo que sorprenda por estas latitudes donde un cierro -o una terraza, que no todo va a ser en el casco antiguo- hace las veces de dormitorio de la abuela, o donde al hueco de la escalera se le llama cuarto de baño aunque sólo tenga un váter y una puerta. Yo he visto cocinas de apenas dos metros cuadrados y sin ventilación, y habitaciones multiusos donde había que esperar a que acabara el fútbol para quitar los muebles y sacar las camas.
Y usted también las ha visto. Por eso no le ha sorprendido nada la japonesa que vivía en un altillo y por eso hasta le ha hecho gracia que la señora estuviera tan callada acostada en la colchoneta y esperando que el japonés saliera para comerse todo lo que había en la nevera. Y por eso se ha solidarizado con la pobre mujer y se hubiera movilizado, si hubiera hecho falta. Porque en el fondo, los de Cádiz, somos unos avanzados, como los nipones. Y cómo cualquier día despertemos al dragón mejor que a alguno le coja confesado.