Equilibros europeos
La revisión de las previsiones del Fondo Monetario Internacional han supuesto un cierto alivio para las economías europeas, que aumentarían su PIB medio en 2008 hasta el 1,75% superando así en 3,5 décimas los pronósticos realizados por la institución el pasado mes de abril. La resistencia que está exhibiendo la Unión ante los efectos de las turbulencias financieras y el incremento de las tensiones inflacionistas a causa del encarecimiento del crudo y de los productos alimentarios no basta, sin embargo, para recobrar la confianza en una pronta recuperación de los niveles de crecimiento ni de la estabilidad en los mercados. Prueba de ello es que los Quince integrantes de la eurozona han acordado retrasar hasta 2012 el objetivo de suprimir el déficit público ante las dificultades que está suponiendo una ralentización que ya no se cree que pueda remontarse hasta finales del próximo año. La mayor flexibilidad concedida a los estados miembros para atender las exigencias de sus respectivas economías en un contexto de enfriamiento global no debería llevar, no obstante, a dilatar más allá de la fecha prevista el logro de un propósito imprescindible para que los socios comunitarios puedan afrontar con solvencia situaciones de crisis.
Actualizado: GuardarEste período de contracción económica entraña para la UE el riesgo de que prevalezcan las presiones relacionadas con los intereses nacionales sobre la concertación de estrategias, ralentizando el proceso de integración europea. Pero el reconocimiento del indudable éxito que ha supuesto la implantación de la moneda única y el paulatino ensamblaje financiero en el seno de la Unión, justo cuando se cumple el décimo aniversario de la constitución del Banco Central Europeo, no sólo debe apelar al compromiso de los distintos estados en el perfeccionamiento de un entramado común que se ha demostrado decisivo para preservar el progreso y el bienestar colectivos. Es preciso también encarar los desafíos que provienen de los desequilibrios aún existentes entre los distintos miembros en factores como el PIB, la creación de empleo o la contención de la inflación y que tienden a agudizarse ante las complicaciones. Unos desequilibrios que en el caso de España se están traduciendo en un frenazo tan pronunciado que nuestro crecimiento se sitúa ya por debajo del promedio de los países de la zona euro, lo que evidencia las fragilidades de un modelo que es necesario reorientar.