Obama saluda a los asistentes a un mitin en Montana mientras el jefe Crow pronuncia su discurso.
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Obama alista a los indios

El candidato afroamericano, adoptado por la tribu sioux de los Crow como 'Barack Águila Negra', goza del respaldo de los indígenas para las últimas primarias demócratas en Dakota del Sur y Montana

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Me gusta mi nuevo nombre», musitó satisfecho el candidato 'Barack Águila Negra'. En realidad ésos eran los apellidos de sus nuevos padres adoptivos, Hartford y Mary, respetados ancianos de la nación Crow, una tribu sioux. El nombre es más complicado: Awe Kooda bilaxpak Kuuxshish (aquel que va por la tierra ayudando a la gente). La adopción se llevó a cabo en ceremonia privada, pero el acto que siguió se convirtió en el mitin más colorido de la campaña. La crónica dio pie la semana pasada al siguiente titular del periódico 'Indian Country': «La obamamanía ataca a la nación Crow».

Nunca hasta ese día de hace dos semanas un candidato presidencial había pisado la reserva de Montana que ha adoptado a Obama. Superada la desconfianza inicial, los indios le han recibido con la hospitalidad con la que acogieran a los primeros hombres blancos. Algunos esperaron pacientemente hasta seis horas para verle. Otros pasaron ese mismo tiempo cepillándose la cabellera y peinando las plumas. Cuando subió al escenario le escucharon con respeto, pero pronto estallaron en alaridos.

«Pocos han sido ignorados por Washington durante tanto tiempo como los indios americanos, los primeros estadounidenses», les reconoció quien aspira a ser el próximo presidente. Sus promesas parecían simples, pero responden a deudas ancestrales: cumplir los tratados firmados con los indios, asignar un representante de éstos que trabaje directamente con sus asesores en la Casa Blanca, tener con ellos una relación de gobierno a gobierno, e invitar a los jefes indios cada año a una cumbre para fijar la agenda de trabajo. El líder de la tribu Crow que le presentó, Carl Venne, tenía otra petición: que firme la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, aprobada por la ONU el año pasado con cuatro votos en contra: Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. «Nunca podremos deshacer el mal que se cometió contra los nativos americanos», admitió el joven senador, «pero lo que podemos hacer es elegir a un presidente comprometido con hacer lo correcto».

'El sobaco de Dakota'

Ésa es la guerra para la que Obama necesita a los indios. La última batalla de las primarias se lucha hoy en la tierra de los sioux, Montana y Dakota del Sur, dos de los estados más remotos y despoblados de toda la Unión. En este último está enterrado Toro Sentado. En sus praderas escribió Laura Ingalls los cuentos de 'La casa de la pradera', Kevin Costner filmó 'Bailando con lobos' y Steven Spielberg su miniserie 'Into the West'. Pero también en este estado donde los indios representan el 9% de la población (6,5% en Montana) se encuentra la reserva más pobre de todo el país, Pine Ridge, olvidados donde los haya. «Pobrecitos, les dieron las peores tierras, allí no crece nada. Le llaman el sobaco de Dakota», dice Dustina Gill, la ayudante del jefe de la tribu sioux de los Sisseton-Wahpeton, que ha sido reclutada por la campaña de Obama para el último asalto.

Cuando Dustina pidió permiso a su jefe, éste la miró sorprendido. «¿Te han buscado ellos?», le preguntó impresionado. Desde Bobby Kennedy ningún candidato presidencial había venido a pedirles el voto.

En otro bastión indígena, como Nuevo México, le hubieran dado con la puerta en las narices. Demasiado resentimiento, demasiadas promesas traicionadas como para volver a creer en el hombre blanco que viene de Washington. Pero Obama no es blanco y los lakotas son sioux, los últimos guerreros. «Ahora la palabra es nuestro arma. ¿Dónde está la tuya?», dice una de las camisetas que Dustina imprimió antes de que Obama apareciera en escena. Su jefe también ha descubierto el poder que su pueblo ostenta en esta batalla presidencial. «Somos el voto bisagra», dice triunfal. «Hay un sitio donde por fin todos seremos iguales, la cabina electoral».

Mike Selvage tiene algo en común con Obama: los dos hablan despacio, les gusta meditar sus palabras antes de pronunciarlas. Y Obama tiene algo en común con la mayor parte de la tribu: lo criaron sus abuelos. En la cultura indígena se atesora la sabiduría de los ancianos, que transmiten a los niños los conocimientos de una vida y de varias generaciones. La pobreza también deja tras de sí muchas madres solteras, como la de la Obama. «Hillary viene de un contexto totalmente distinto, no nos puede entender», la descarta Dustina.

Entre los indios, Obama no se topa con el racismo. Más bien comparte historias de marginación y se dan la mano solidarios. Quizá por eso las encuestas le sitúan por delante en los dos estados en liza. «Nota para el senador John McCain y la senadora Hillary Clinton», empezaba el editorial del diario 'Indian Country': «Es hora de repensar vuestra estrategia para lograr el voto nativo».

Mucho antes de que los Crow se trenzaran el pelo con Obama, el candidato de color ya había tejido su plan de acercamiento. Para reclutar el voto nativo de Montana fichó a un sioux, Samuel Khon, miembro de esa tribu. Su lugarteniente, Steve Hildebrand, es de Sioux Falls, la mayor ciudad de Dakota del Sur. Detrás llegó Dustina, que logró que la tribu Wahpeton prestase un local para la campaña de Obama, que es el único cuartel político de la reserva del Lago Traverse.

Acto final

Obama no se conforma con dar hoy el tiro de gracia a Clinton en el acto final de esta opereta política. Sus ojos están puestos en las colinas de noviembre a través de una nueva ruta que pasa por estos dos estados, sólidamente republicanos, con la ayuda de los pieles roja. Después de todo Obama sabe que los demócratas no pueden ganar sólo con el voto tradicional, sino que es necesario traer a bordo de la coalición bolsas de votantes olvidados. Despertar a los apáticos, movilizar a los jóvenes, espolear a sus hermanos de color, descubrir a los haitianos de Florida o convencer a los indios de Dakota y Montana.

«Hemos llegado a creer que el senador Obama ofrece una forma de liderazgo y presenta una oportunidad para los pueblos nativos que nunca antes se ha visto», explicaban en un anuncio a toda página los jefes de seis tribus de Dakota del Norte que cabalgan ya con él. Hoy tendrán que probar en las urnas que su tribu sigue respondiendo a los tambores de guerra.