CALLE PORVERA

De vuelta al instituto

Me gusta visitar de vez en cuando los institutos de Jerez. No es por nostalgia, aunque a veces sí que me da un poco de mi Álvar Núñez, sino porque en cuanto uno empieza a alejarse de ciertas edades acaba recurriendo a los tópicos y a los prejuicios. Nunca está de más poner los pies en el suelo.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hablar un poco con las personas que tratan a diario con quinceañeros siempre sorprende, ya sea por cosas positivas o por cosas negativas. Quién me iba a decir a mí que las chicas adolescentes piensan que si fuman, adelgazan. Puede ser uno de los motivos de que la balanza de la adicción al tabaco se incline hacia el lado femenino. Les llama la atención que el tabaco perjudique a la piel y sus profesores se lo hacen notar porque intuyen que la mejora de su aspecto físico puede llevarles a dar el paso definitivo y tirar la cajetilla a la basura. A los chicos les informan de que, a largo plazo, la adicción al tabaco les puede mermar la potencia sexual. Aparte de hacerles ver los peligros de otras muchas y más graves enfermedades, los profesionales de la educación y la sanidad les indican estos detalles -son nimiedades comparados con un cáncer de pulmón o de esófago- con los que pueden acercarse más a sus inquietudes adolescentes y atajar de raíz una posible y peligrosa adicción. Podríamos valorar o no la conveniencia de recurrir a ciertos roles de género (la estética en las mujeres y la supremacía sexual de los hombres) pero se puede evitar quizás una generación de futuros enfermos. Cuando las chicas piensen dentro de unos años que dejaron de fumar simplemente por el aspecto de su cutis, agradecerán a sus maestros que comprendiesen los sentimientos de un adolescente.