«La gente sale a cogerla... siempre»
El botellón se reduce cada vez más a un fenómeno para menores de 18 años
Actualizado:Esta noche la voy a coger mortal» es una frase habitual cada fin de semana entre los jóvenes gaditanos. El consumo de alcohol ha dejado de ser un tolerado acompañante de la fiesta, a convertirse en el objetivo. Ya lo dice el famoso cántico, cuyo origen muchos atribuyen, por cierto, a los gaditanos: «Alcohol, alcohol... Hemos venido a emborracharnos. El resultado nos da igual». Ese es el objetivo claro del botellón: emborracharse. El final -ver a los amigos, bailar o ligar- en muchos casos, da igual. «La gente va a cogerla, siempre», asegura Victoria, una gaditana de veinticuatro años que reconoce haber visto a conocidos «coger auténticos pelotazos», hasta el punto de tener que acompañarlos al hospital. ¿Por qué vais a botellones? Durante años, la respuesta, razón o excusa es imperturbable: «Es más barato emborracharse en un botellón que en un bar. Las copas son muy caras», cuenta un chico de dieciocho años. Efectivamente, a escote, los cubatas pueden costar un euro por vaso, teniendo en cuenta que el consumo una noche no baja de los cuatro vasos por cabeza. Para un menor, la oportunidad de acceder alcohol sigue siendo barata.
Sin embargo, de noche, no todo sigue igual. Las pautas a la hora de beber van cambiando, explican Victoria y sus amigas: en la capital, por ejemplo, «al botellódromo de la Punta ya sólo van chavales de 17 a 18 años», o más jóvenes, pero «no mayores de 23 años, que prefieren irse a bares aunque las copas sean más caras». En otras ciudades, los parques siguen atrayendo a personas de toda edad, pero se extiende el botellón en casa, al abrigo del frío.